Huellas de un Migrante: ¿Por qué nos movemos?

Reseña de la obra teatral “Huellas de un Migrante”, así como una entrevista a Ariannys Acevedo, productora, escritora y protagonista de la puesta en escena.
Fotografías por David Show.

El año 2020 fue particularmente difícil para el mundo. Al ambiente de incertidumbre derivado de la crisis de salud se sumaban los efectos emocionales del encierro y el distanciamiento social. Para muchos de los que somos foráneos (sea lo que sea que eso signifique) fue la primera vez que pasamos las fiestas lejos de nuestra familia.  En ese contexto para mi fue extraño descubrir que empezaba a formar una nueva familia con mi compañero de departamento y mis vecinos, tanto así que para la temporada decembrina decidimos reunirnos para una modesta celebración de Año Nuevo. Todos veníamos de otras ciudades, estábamos lejos de casa y de nuestras familias, pero nos teníamos los unos a los otros.

 

Este año tuve una regresión a ese momento. Durante el mes de abril el Foro Shakespeare de la Ciudad de México recibió la obra Huellas de un Migrante, que cuenta la historia de tres mujeres, una argentina, una mexicana y una venezolana, que se reúnen para celebrar el Año Nuevo. En este ambiente de confianza cada una de ellas abre su corazón y nos cuenta la historia de cómo y por qué decidieron dejar su hogar. El resultado es una vivencia conmovedora que se siente bastante personal y socialmente relevante a la vez.  Al hablar con Ariannys Acevedo, productora, escritora y protagonista de la obra, entendí que no es una suerte que tanto el texto como las actuaciones se sientan tan sinceras, ya que la historia es una catarsis de las vivencias de la propia autora al dejar su natal Venezuela. 

“Es una manifestación pura, sincera y real de lo que ha sido mi proceso como migrante”, explica Ariannys.

 

Fotografía por David Show.

 

Bajo la dirección de Mario Cortés y con una puesta en escena sencilla pero muy efectiva, se desarrolla la historia de una manera tan orgánica que para el final de la obra uno ya siente que conoce a los personajes de toda la vida, y con ellas al país de donde vienen. Según la productora, el objetivo fue unir tres nacionalidades y tres décadas diferentes.

 

“Cada país, cada región es diferente. México es el hogar que encontré y no podía dejarlo fuera de la historia. Con Argentina tengo una conexión profunda: amo el país, su cultura, el arte, aunque no he tenido la oportunidad de conocerlo; pero me identifico con muchas cosas. Y Venezuela es mi país natal, mi gente, mi historia.” 

 

En esencia, la obra habla de los retos y el dolor de abandonar la tierra que llamamos hogar, pero también hace énfasis en el hecho de que al final no importa qué tanto nos movamos, siempre llevamos el hogar en el corazón. Así se puede ver en la mexicana que presume a gritos que es de Veracruz mientras bebe tequila o en la argentina que siente un enorme orgullo por el vino argentino aunque es una aguerrida opositora del alcohol. Cada personaje tiene una personalidad única y esto es gracias a las  interpretaciones de las actrices, que habitan sus personajes con una naturalidad y maestría impresionantes. Es evidente que Ariannys dio en el blanco al elegir a los talentos que estarían en el escenario. “Tanto Flavia como Cynthia son increíbles, súper profesionales, responsables y con un talento innato. Confío mucho en su energía y desde un principio supe que ellas eran las indicadas”.

 

Fotografía por David Show.

 

Y la tarea de llevar a la audiencia en esta travesía no es sencilla. El viaje es una montaña rusa de emociones, ya que cada una de nuestras protagonistas carga con una cruz personal. Desde las tragedias que se viven en un hogar disfuncional hasta el sufrimiento de perder a un ser querido, la historia está llena de emociones complicadas y algunas increíblemente dolorosas. Además de ello la narrativa de la obra parece ser un microcosmos de las problemáticas sociales que ha enfrentado latinoamérica desde el siglo pasado, como desapariciones forzadas, marginalidad y pobreza, así como de los crímenes de la dictadura, el machismo y la violencia sistémica. Pero no todo es sobre el sufrimiento, a pesar de que en ningún momento se niega, adorna o minimiza el dolor de las protagonistas, la obra reconoce que estas mujeres no se definen únicamente por los horrores que vivieron y balancea a la perfección el tono para ir desde los recuerdos más agradables a los más perturbadores, desde las risas hasta al llanto. Para Ariannys la comedia nace de la tragedia.

 

“El equilibrio lo ponemos nosotros. Latinoamérica en general se ríe muchas veces de sus desgracias y México no es la excepción”.

 

Al final lo extraño es lo cercanas que estas experiencias pueden ser, no sólo desde el foco personal, sino también desde una perspectiva social. La obra se siente profundamente actual. Los horrores por los que los migrantes atraviesan son lamentablemente vigentes y la movilización en latinoamérica es un hecho que se vive más allá de las estadísticas. Incluso si lo pensamos en años, no estamos tan lejos de la dictadura argentina como se podría creer, su recuerdo se sigue respirando como un terror vigente y habita con fuerza la memoria colectiva de toda una nación.

 

Fotografía por David Show.

 

Coincido con Ariannys cuando dice que “estar lejos de casa en cualquier época del año es algo que nos pega; pero sin duda alguna para el latinoamericano es algo que duele muchísimo. El no tener a la familia, a nuestros seres queridos un Año Nuevo es muy doloroso”. Los noticieros tienden a convertir muchos de estos hechos en meros números, lo que no es negativo, pero en abuso se siente deshumanizador. Es una fortuna que podamos contar con el teatro y el arte como remedios para poder conectar con nuestro lado humano, en este caso con una modesta y peculiar celebración de Año Nuevo entre tres desconocidas que se unen a través de un hecho en común: su experiencia al migrar. Una argentina, una mexicana y una venezolana se reúnen para brindar en Año Nuevo, suena al inicio de un chiste pero es la sinopsis de una obra sumamente conmovedora.

 

¿Por qué nos movemos? Hay quienes se mueven para huir del horror, la miseria y la desesperación, hay quienes se mueven en busca de mejores oportunidades, en camino a sus sueños. Algunos nos movemos para olvidar el pasado, para buscar un mejor futuro o simplemente para transformarnos. Como las aves que migran por temporadas, podríamos creer que en el humano existe una necesidad inherente por trasladarse, y ya sea para bien o para mal, por imposición externa o por propia voluntad, es seguro que a donde vaya el migrante deja huella, y cada huella es una historia por contar.

 

por Luis Corona

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