Existe una delgada línea del descontento social que separa la pasividad de las respuestas violentas entre los grupos sociales; hay situaciones adversas o injustas que, una vez que se cruza el límite, pueden desencadenar reacciones violentas por parte de la población de un lugar determinado.
Un ejemplo de ello es la “rebelión” de un grupo de campesinos de Texcapilla, comunidad de Texcatitlán, Estado de México, que el pasado viernes 8 de diciembre, en un arranque de hastío, masacró a 11 sicarios que los extorsionaban cobrándoles derecho de piso. La gota que derramo el vaso, es decir, la acción que cruzó la delgada línea, fue el aumento en la cuota de extorsión. Los integrantes de la Familia Michoacana querían cobrar 1 peso por cada metro cuadrado de cultivo, algo que ya, simplemente fue insoportable para los pobladores, quienes decidieron tomar palos, cuchillos, machetes y escopetas, para enfrentar una situación que ya no podían tolerar.
¿Hasta dónde una persona puede aceptar una injusticia o una situación adversa? ¿Cuál es el punto de no retorno en el que el miedo cede ante la rabia? Tres pobladores murieron en la refriega al enfrentar a sujetos mejor armados y más acostumbrados a la violencia. Nada de eso importó, tampoco importaron los escenarios futuros: poco análisis hubo, tal vez, de las posibles represalias del crimen organizado, pues en el calor del momento, lo apremiante era enfrentar un cobro que probablemente mermaría en demasía sus ganancias, y pondría en riesgo los niveles mínimos de calidad de vida que estaban dispuestos a aceptar.
En Argentina, al otro lado del continente Americano, la estabilidad social podría estar en peligro, no por el crimen organizado, sino por las condiciones económicas, que han venido empeorando en los últimos años, sin importar el presidente que ha ocupado la Casa Rosada. Sin embargo, la política económica que ha comenzado a implementar Javier Milei, el nuevo presidente de dicha nación, sin duda, debería preocupar a más de alguno.
Y es que el presidente argentino ha tomado a su nación como una especie de conejillo de indias para implementar una serie de medidas económicas que apelan al libre mercado sin cortapisas, lo que podría poner en riesgo a una gran cantidad de argentinos que sufren los estragos de una inflación imparable que los ha azotado en los últimos años.
Por principio de cuentas, Milei ha planteado dolarizar la economía argentina, es decir, adoptar al dólar como la moneda corriente de su país, a fin de frenar diversos efectos negativos que sufre actualmente la economía de dicho país. El problema es que la medida no puede ser aplicada de tajo, por principio de cuentas, porque no cuenta con las suficientes reservas de dólares para sustituir los actuales pesos argentinos en circulación por los dólares. Y el segundo reto sería que sustituir de golpe la moneda implicaría que los tenedores de pesos perderían todo poder adquisitivo, lo que afectaría desde ciudadanos comunes hasta grandes empresarios.
El otro escenario sería la sustitución paulatina, sin embargo, aquí se deberá fijar el valor del peso; en caso de que se buscara igualar su valor al del dólar, entonces los precios en Argentina deberían ir a la baja, lo que podría generar escenarios de deflación. Por el contario, un peso con un valor bajo implicaría un aumento en la inflación, agudizando aún más la actual problemática. Y afectado así a las masas, a los que menos tienen. Los primeros movimientos ya se han hecho, y Milei decidió devaluar el peso a solo 48 horas de haber asumido la presidencia.
Pero esta no ha sido su única decisión polémica, Milei ha propuesto una serie de reformas que buscan derogar diversos derechos laborales y sociales, pues hay amenazas de quitar ayudas sociales si se acude a manifestaciones o protestas sociales. Sin embargo, estas medidas se han enfrentado, hasta el momento, con la desaprobación de los otros poderes argentinos, como la Justicia Argentina o el Congreso.
Por lo pronto, los argentinos siguen resintiendo los efectos de una estrategia que no está anclada a la factibilidad de las acciones y que no se ve cómo podría resolver los problemas económicos que los aquejan. Los primeros efectos de estos cambios ya se han resentido en el ánimo social, pues ya se han replicado diversas movilizaciones masivas en contra de las reformas de Milei y para este 24 de enero se convocó una megamovilización a las afueras del Congreso. La paz social pende de un hilo, y ese hilo, parece, poco a poco se va adelgazando más en Argentina.
