Jabones y detergentes: El incalculable sacrificio medioambiental

La clave para contrarrestar el impacto ambiental está en informarnos respecto a aquellas cosas que consumimos a diario y que podemos limitar su uso o bien, elegir el producto que menos impacto produce.

Los productos que utilizamos a diario generan un impacto medioambiental tan grande que en muchas ocasiones el proceso de reciclaje no es suficiente y aunque las empresas e industrias hacen lo posible por minimizar y mitigar dicho impacto, no suele verse en los resultados, debido a que somos millones de seres humanos que día a día estropeamos esas acciones.

La contaminación no solamente proviene de fábricas, tráfico, basura (orgánica e inorgánica), también de los jabones y/o detergentes, que son altamente dañinos y el problema es que los utilizamos de manera cotidiana, ¿alguna vez te has preguntado el impacto que generan? 

Es importante que tengamos presente que los jabones y/o detergentes en su mayoría no son biodegradables y esto genera una gran contaminación en el agua, tanto dulce como salada, pues si bien, lavamos y nos bañamos con agua dulce, esta termina por desembocar en el mar, amenazando así la existencia de muchas especies.

Aunque no hay una fecha exacta de su creación, se sabe que el jabón surgió antes de Cristo, pero en esos tiempos se realizaba con aceites naturales y plantas aromáticas; fue hasta el siglo XVIII cuando se comprobó que su uso evitaba infecciones y enfermedades.

Tras dicho hallazgo se consideró como producto de primera necesidad, sin embargo, el proceso de su elaboración ha evolucionado al paso de los años, incluso, las industrias le han añadido químicos y desde aquí comienza el problema de contaminación, ya que se desperdician y contaminan grandes cantidades de agua para su procesamiento.

La limpieza de manos con agua y jabón, en los últimos dos años principalmente, se ha convertido en algo realmente importante para reducir la propagación del COVID-19, que se traduce en millones de litros de agua contaminados como nunca antes, pues es la primera línea de defensa contra la propagación de este virus.

Los jabones son una sustancia con dos partes, una de ellas llamada lipófila (o hidrófoba) que se une a las gotitas de grasa, y la otra, denominada hidrófila, se une al agua, que se fabrica utilizando grasas vegetales y animales y aceites. Mientras que los detergentes se elaboran con derivados sintéticos o tensoactivos (modifican la tensión superficial del agua, como los fosfatos), alrededor de un 30 % de estos suelen tener colorantes y otros productos tóxicos que contaminan el agua.

Y es que tanto el uso de los detergentes como jabones, una vez que son utilizados en la limpieza doméstica e industrial son arrojados a las alcantarillas de las aguas residuales y se convierten en fuente de contaminación del agua.

Los productos que se utilizan para su elaboración llegan a fertilizar a las algas y acaban agotando el oxígeno del agua, provocando la muerte de peces y otros organismos acuáticos. Este tipo de contaminación se identifica por el tono verdoso que tiene el agua sobre todo en los ríos. 

Se conoce como eutroficación o eutrofización al proceso natural de envejecimiento de agua estancada o de corriente lenta con exceso de nutrientes y que acumula en el fondo materia vegetal en descomposición. Las plantas se apoderan del lago hasta convertirlo en pantano y luego se seca.

En aguas como lagos y lagunas, los vegetales acuáticos proliferan debido a la presencia de elementos nutritivos como nitratos y fosfatos (que contienen precisamente los jabones y detergentes) que actúan como fertilizantes.

En Tepatitlán, Jalisco se creó la fábrica de jabón La Corona, la cual fue fundada por Esteban González Padilla, en ella se procesa el jabón ZOTE desde 1970, que fue el primer jabón en el mundo en ser fabricado a partir de ácidos grasos destilados y que es 100% biodegradable.

Se trata de un producto bastante económico y rendidor que se fabrica a base de aceite de coco, sebo de res, sosa cáustica y aceite esencial de citronela, planta que le otorga su peculiar aroma. El Jabón ZOTE dependiendo de su color, son los ingredientes extra que le dan usos específicos:

Rosa y azul: químicos blanqueadores para que la ropa quede sin manchas por completo.

Blanco y amarillo: aceite de citronela, glicerina y no tiene blanqueadores o sustancias que dañen la piel, por lo que incluso puede considerarse para limpieza corporal y para el uso en mascotas.

La forma y el tamaño del ZOTE resulta ideal para el lavado de las prendas a mano y es que fue fabricado pensando precisamente en las personas que viven en zonas rurales, que no tienen la oportunidad de tener una lavadora, que lavan —y muchas de ellas lo continúan haciendo— sobre rocas o lavaderos.

Les dejo esta pregunta para su reflexión: ¿cómo es posible que los creadores de este jabón no inviertan un solo peso en publicidad y, aun así, sea uno de los más vendidos en México? Aunque también se comercializa en el mercado sudamericano y estadounidense, a donde llega un 15% de su manufactura.

Para ayudar en la reducción de la contaminación es necesario que estemos conscientes de todo aquello que contamina, que nos informemos y busquemos alternativas libres de residuos, que cada vez son más.

Si contribuimos a reducir la contaminación, el futuro de nuestros seres queridos será mucho más prometedor, por tal motivo, la recomendación es utilizar jabones, detergentes y agentes de limpieza de uso doméstico sin fosfato y que sean biodegradables, algo fácil de ubicar, ya que aparece en las especificaciones de las mismas etiquetas de los productos.

por Lu García Girón

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