Obesidad: ¿genética, costumbres o pandemia?

El acelerado proceso de urbanización que se ha venido dando en los últimos años, hace más difícil poder luchar contra este padecimiento, ya que los tiempos de traslado, los trabajos de oficina y la falta de tiempo para cocinar, evitan conservar un estilo de vida cien por ciento saludable.

A propósito de las fechas decembrinas en donde el ambiente de fiesta y reunión comienza a ser más constante desde el mes de noviembre y termina hasta el mes de enero, muchos de nosotros notamos esos tan clásicos kilitos de más que aumentamos en la temporada, sin embargo, este aumento en nuestro peso y talla llega ser tomado como algo “normal” por la época.

El asunto con estos “kilitos de más” no es simplemente un tema de estética, todo va más allá de que el pantalón o la ropa ya no nos cierre, el tema es realmente importante ya que en nuestro país el sobrepeso y la obesidad están llegando a niveles por mucho, preocupantes.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud (OMS, 2021).

Esta condición es considerada una enfermedad crónica y multifactorial, la cual es prevenible, ya que suele iniciarse en la infancia y en la adolescencia debido a un desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto energético; también pueden influir los factores genéticos, ya que al tener ascendencia con obesidad, es más probable ser propensos a tener este padecimiento.

Según datos de alianzasalud.org.mx, en este 2022 México ocupa el quinto lugar a nivel mundial en obesidad, con 21 millones de mujeres y 15 millones de hombres que padecen obesidad[2].

Otros datos alarmantes son los que se presentan en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2021 (Ensanut 2021), en donde se destaca que el 37.4 por ciento de la población escolar de 5 a 11 años padece sobrepeso u obesidad, mientras que en la población de 12 a 19 años de edad, el porcentaje es de 42.9 por ciento, y para la población de 20 años o más, la prevalencia de sobrepeso y obesidad es de 72.4 por ciento.

El consumo excesivo de alimentos ricos en azúcares y grasas, tales como: refrescos, harinas, bebidas alcohólicas, frituras, entre otros, es uno de los factores que ayudan a desarrollar esta enfermedad, además, si se cuenta con un estilo de vida sedentario, se agiliza el proceso de desequilibrio entre lo consumido y el gasto energético.

El acelerado proceso de urbanización que se ha venido dando en los últimos años, hace más difícil poder luchar contra este padecimiento, ya que los tiempos de traslado, los trabajos de oficina y la falta de tiempo para cocinar, evitan conservar un estilo de vida cien por ciento saludable.

La mayoría de las personas que viven en este caos de aceleración suelen buscar para su alimentación comida rápida, algo que esté ya preparado de forma instantánea o bien que les quede de camino a su destino, lo que genere que poco le den importancia al consumo calórico que están teniendo al ingerir esos alimentos.

Otro de los factores realmente importantes en el avance de esta enfermedad, fue la pandemia por Covid-19, ya que a raíz del encierro que todos vivimos, se perdió la mucha o poca actividad física que se realizaba al día.

Los niños dejaron de asistir a las aulas, para sentarse frente al computador a tomar clases, los adultos dejaron de caminar a sus oficinas, para realizar su trabajo ahora en home office, todo esto más la ansiedad que produce el estar encerrado, generaba que más de alguno aliviara su ansiedad y estrés llevándose a la boca bocadillos a toda hora del día.

Aún después de levantado el confinamiento, para muchos se quedó ya como un estilo el home office, lo que seguirá fomentando el sedentarismo por lo menos entre la población adulta.

Cabe resaltar que la obesidad trae consigo múltiples consecuencias negativas tanto en la salud física como en la emocional, ya que no sólo se trata de un padecimiento que nos limita a entorpecer nuestros movimientos y desencadenar otro tipo de enfermedades, sino que anímicamente puede provocar depresión y poca seguridad para socializar.

Las personas que padecen obesidad deberían tomar muy en serio su estado, ya que con esta condición aumentan el riesgo de padecer enfermedades como: diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, gota, osteoartritis, hígado graso, entre otros. La obesidad aumenta los trastornos metabólicos y determina un crecimiento significativo en la morbilidad y la mortalidad (OMS, 2006).

Sin embargo, lo más importante es tomar muy en cuenta la forma en que educamos a nuestros hijos, ya que la infancia es la etapa en la que se condicionará en gran medida su comportamiento en la vida adulta, así que si se les inculca una buena alimentación, alejada de productos industrializados y ejercicio incluido en sus actividades diarias, se estará frenando el crecimiento acelerado de la población obesa en nuestro país.

Por Diana Cardona


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