La frágil solidez de la banca norteamericana

Las lecciones han sido claras, un banco puede irse a la quiebra no solo por falta de recursos, sino, también, por falta de liquidez; y la estabilidad financiera es más frágil de lo que se argumenta. De no haber intervenido el gobierno norteamericano, que inyectó de golpe 300 mil millones de dólares para asegurar los depósitos de cuentahabientes de este y otras entidades bancarias, el colapso bancario hubiera sido en cadena, pues inversionistas temerosos habrían comenzado la retirada para protegerse de las eventuales pérdidas.

Durante la última semana, se ha repetido de manera reiterada que la quiebra del Silicon Valley Bank y el Signature Bank son un hecho aislado y que la banca norteamericana no está en riesgo de sufrir un escenario como el que se presentó en 2008, cuando la burbuja inmobiliaria arrastró a grandes entidades bancarias como el Lehman Brothers.

 

Sin embargo, los temores de una reacción en cadena han permanecido latentes desde el día uno. Situación que ameritó la rápida intervención del gobierno de Estados Unidos para proteger el dinero de los cuentahabientes y así evitar que el pánico se propagara y comenzara un interminable tirón del delgado hilo que sostiene la estabilidad bancaria de la más grande potencia capitalista del mundo.

 

Y es que, resulta paradójico, pero los colapsos bancarios han sido, históricamente, más frecuentes de lo que parecen. Así lo recapitula el periodista Roger Lowestein, en un ensayo para el New York Times. En 1933, con los efectos de la Gran Depresión sobre las espaldas, colapsaron en Estados Unidos cerca de 4 mil bancos, situación que obligó a implementar la Ley Glass-Steagall, normatividad que tenía por objetivo evitar más caídas a través de la conformación de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos, la cual garantizaba la protección a los pequeños cuentahabientes.

 

La estrategia rindió frutos y evitó en el futuro el contagio masivo del pánico bancario, lo que mantuvo el colapso de estos institutos en números bastante aceptables: en promedio, 50 bancos por año, la mayoría de ellos, pequeños. Dinámica que se mantuvo hasta el término de la Segunda Guerra Mundial. En los años venideros, el colapso de bancos se mantuvo en niveles casi marginales, sin embargo, esta situación cambió en la década de los 70 y 80, cuando regresaron, de nueva cuenta, los hundimientos; en gran medida, provocados por pésimas prácticas bancarias. En el nuevo milenio, las crisis bancarias no pararon y entre 2008 y 2009 cayeron, señala Lowestein, 165 bancos estadounidenses.

 

Los colapsos, sin duda, reflejan la fragilidad de un sistema bancario que, en gran medida, carece de las herramientas necesarias para regularse. Sobre todo, porque estas entidades parecen actuar bajo la premisa de que el mercado y diversos indicadores, como la inflación o las tasas de interés, son inmutables.

 

Silicon Valley Bank: causas y consecuencias de su quiebra

 

¿Qué pasó con el Silicon Valley Bank (SVB)?

La quiebra del Silicon Valley Bank (SVB), se ha explicado en diversos artículos, obedeció en gran medida al aumento en las tasas de interés de la FED, ya que dicho incremento provocó que cayera el valor de los bonos a largo plazo de Estados Unidos. Bonos en los que SVB tenía una gran cantidad de sus activos invertidos. Además, el aumento en las tasas de interés incrementaron los costos de los créditos, y la inflación, los costos de operación. Pronto, los cuentahabientes del banco, muchos de ellos ‘start ups’ de tecnología, comenzaron a hacer mayores retiros de dinero para cubrir sus necesidades, lo que pronto llevó a la institución a enfrentar problemas de liquidez y a una pérdida en el valor de sus acciones.

 

Esta situación no pasó desapercibida y pronto se corrió la voz de que el banco estaba enfrentando problemas, lo que provocó una reacción en cadena y pronto miles de clientes comenzaron a retirar sus fondos ante el temor de una inminente caída, esta situación obligó al banco a bloquear los retiros y el viernes 10 de marzo la entidad financiera se declaró en bancarrota.

 

Las lecciones han sido claras, un banco puede irse a la quiebra no solo por falta de recursos, sino, también, por falta de liquidez; y la estabilidad financiera es más frágil de lo que se argumenta. De no haber intervenido el gobierno norteamericano, que inyectó de golpe 300 mil millones de dólares para asegurar los depósitos de cuentahabientes de este y otras entidades bancarias, el colapso bancario hubiera sido en cadena, pues inversionistas temerosos habrían comenzado la retirada para protegerse de las eventuales pérdidas.

 

Por el momento, parece que todo comienza a regresar a la calma, sin embargo, los temores de un nuevo colapso siguen allí, en la mente de analistas, banqueros, inversionistas, cuentahabientes y gobiernos, que, tal vez, recuerden la frágil solidez de la banca norteamericana.

 

Con información de Roger Lowestein 

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