Les comparto esta foto que tomé de la Galaxia de la Aguja (NGC4565). Es una imagen que me provocó reflexiones, porque está casi a 50 millones de años luz de la Tierra. Les recomiendo hacer un acercamiento y ver los brazos de polvo y gas de esta galaxia espiral.
Ves aquí una imagen del pasado del universo, hace 50 millones de años. Nada puede viajar a la velocidad de la luz o más rápido. Es una constante cosmología, una ley del universo. Es decir, que el viaje humano hasta ahí a las velocidades permitidas por la física, la masa y la materia, se convierten en miles de millones de años.
Si tomamos en cuenta que los neandertales caminaban por nuestro planeta hace 50 mil años, aunque la humanidad encontrara la forma de viajar casi a la velocidad de la luz, antes de llegar a alcanzarla la galaxia podría ya no existir. Jamás llegaremos ahí y habrá que conformarnos con ver las imágenes y las fotos que podemos hacer hoy, incluso, desde una azotea.
Esta galaxia está en la constelación de Coma Berenices. También capté otras galaxias de manera tenue que se observan en la imagen, como NGC 891 y NGC 5907. La podemos ver “de canto”, pero es muy parecida a nuestra Vía Láctea.
Nos pone en perspectiva sobre todos los miles de millones de planetas que hay. ¿Existen seres vivientes ahí? Sería más bien difícil que no los hubiera. Son miles de millones las probabilidades de que sí existan.
¿Han venido a la Tierra? La respuesta es no. Las distancias son tan grandes que sostener una civilización en un viaje de miles de millones de años de ida y vuelta, de acuerdo a las leyes de la física, se torna irrealizable; a menos que tuviéramos energía infinita para doblar el espacio tiempo y viajar mediante los hoy hipotéticos agujeros de gusano.
No creo que viajen miles de millones de años para venir y abducir o secuestrar una vaca o bien para “estudiarnos”. Lo siento por Jaime Maussan, pero no podrá saludar a uno solo de ellos, aunque los videos de “OVNIS” sigan apareciendo. Un maestro mío y destacado astrofísico, en el Posgrado de Astronomía que hice con Braulio, mi hijo, nos dijo con una enorme sabiduría: ¡No estamos solos, estamos lejos!
por Braulio Guerra
