Unreal Engine 5: la incertidumbre de lo irreal

¿Cuál es el futuro de los videojuegos con la Inteligencia Artificial? ¿Qué sucederá con nuestra percepción de la realidad?

La tangibilidad de lo real ha supuesto un reto intelectual y filosófico a lo largo de la historia de la humanidad. Para el ser humano ha sido complicado definir la realidad a partir de su experiencia sensorial, es decir, confiando plenamente en la percepción de sus sentidos.

 

Históricamente, dos corrientes filosóficas —el materialismo y el idealismo— han intentado trazar líneas que permitan entender lo que es la realidad y cómo podemos diferenciar lo real de lo que no lo es. Los primeros, tomando como piedra angular el mundo físico, y los segundos, la esfera del pensamiento.

 

Actualmente, sabemos con certeza que nuestros sentidos pueden jugarnos una mala pasada y, en más de una ocasión, engañarnos; la mente tampoco sale bien librada: en diversas situaciones puede distorsionar lo que, hoy en día, aceptamos como realidad de manera generalizada.

 

Esta encrucijada ha sido abordada, de manera fascinante, en varias producciones cinematográficas, en las que los personajes se ven inmersos en una lucha por descifrar lo “real”. Vanilla Sky (remake de Abre los Ojos), Matrix, Inception o The Shutter Island son sólo algunos ejemplos de cómo, a través de un producto artístico, se intentan develar algunas de las interrogantes que han acompañado al hombre desde sus primeros días de racionalidad.

 

La historia no termina allí, nuevos jugadores han aparecido en el horizonte y presuponen una serie de desafíos que habrán de complicar aún más la delimitación de las fronteras de la realidad. En días pasados han comenzado a circular videos en redes sociales que tienen como premisa la artificialidad.

 

Los videos, se asegura, han sido creados con el motor gráfico llamado Unreal Engine 5 (UE5), una herramienta utilizada para la creación de videojuegos que promete llevar el fotorrealismo gráfico a niveles que impedirían diferenciar un video que ha capturado la realidad de un video que representa una realidad “sintética”.

 

Actualmente, el componente humano es necesario para la creación de estos escenarios ficticios. ¿Pero qué pasaría si la Inteligencia Artificial —esa boyante tecnología que tan en boga está en estos días— hiciera simbiosis con un motor gráfico aún más potente que el UE5? Seguramente se podrían crear escenarios en tiempo real de manera continua y, probablemente, infinita; es decir, un mundo paralelo a la realidad, y tan real, que sería difícil de diferenciarlo.

 

¿Cuántos humanos estarían dispuestos a sumergirse —o tal vez abandonarse— en una realidad alterna? ¿Y cuánto tiempo pasaría para que fuera imposible diferenciar una de otra? ¿Cuántos estarían dispuestos a abandonar su realidad por otra más amable, tal y como el protagonista de Vanilla Sky lo hace?

 

Estamos en la antesala de lo que podría significar el futuro de la realidad virtual. No como en su momento lo planteó Mark Zuckerberg, con estos avatares caricaturizados de uno mismo en el llamado Metaverso, sino con proyecciones idealizadas de nosotros mismos en un ambiente sintético que fuera sumamente difícil de deferenciar de la realidad.

 

La posibildad es excitante y, a la vez, abrumadora. Similar a la escena de “Dawn of the Man”, de “2001: Odisea en el Espacio”, en la que los simios descubren por primera vez el uso de una herramienta.

 

Aunque es una representación ficcionalizada, lo cierto es que el futuro de la humanidad no fue el mismo luego de que los primeros hombres adoptaron el uso de herramientas en su vida cotidiana.

 

Miles de años en el futuro, el hombre se enfrenta a nuevas herramientas; mucho más sofisticadas que un rudimentario fémur a manera de cachiporra y, sin embargo, la misma incertidumbre parece ponernos, de nueva cuenta al filo del abismo, ese abismo que siempre se abre ante la posibilidad del progreso y una nueva modernidad.

 

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