La libertad de expresión en Internet: lo dominante y lo prohibido

Si bien, esto nos ha orillado a vivir en una sociedad de hipervigilancia, donde nada de lo que hacemos es completamente privado y todos nuestros dispositivos inteligentes nos espían de maneras que ya no nos asustan ni nos sorprenden, el fenómeno parece impactar en la velocidad de la globalización.

El manejo de grandes cantidades de información personal ha logrado que los analistas de datos generen modelos para entender a cada grupo de la población y así adaptar sus productos o servicios, todo gracias a Internet. Por un lado, esto vuelve evidente por qué la información es el nuevo oro, entre mejores y más datos se obtengan, mayores serán las posibilidades de poder sobrevivir en el mercado. Si bien, esto nos ha orillado a vivir en una sociedad de hipervigilancia, donde nada de lo que hacemos es completamente privado y todos nuestros dispositivos inteligentes nos espían de maneras que ya no nos asustan ni nos sorprenden, el fenómeno parece impactar en la velocidad de la globalización.

Esto parece generar un proceso de desculturación, donde los medios masivos son vehículos de la globalización, homogeneizando múltiples aspectos de nuestros hábitos de consumo. El poder del mercado mueve y transforma las identidades culturales de distintas regiones, algo que se ha incrementado exponencialmente este siglo. 

Bilibili, una plataforma muy popular en China.

Internet en China

Conocida como The great firewall of China, aludiendo a la Gran Muralla China, la censura en el país del Rey Dragón es implacable. El control sobre lo que se comparte en el Internet chino, distinto al del resto del mundo, es particularmente estricto con el contenido sexual y las críticas políticas al gobierno chino. 

Para los internautas en China es muy difícil acceder a páginas como Twitter o cualquier medio de comunicación que difiera con las noticias oficiales de su país. Acceder a un VPN puede resultar en multas o cárcel. Esto ha llevado a los ciudadanos de China a crear y consumir contenido exclusivo para sus compatriotas, generando una cultura digital muy particular. Mientras los jóvenes con acceso a la red en América y Europa consumen contenido muy similar, China no puede acceder a mucho de lo que comparten sus países vecinos (así como del resto del mundo).

Esta es la primera generación de jóvenes que acceden a un Internet 100% intervenido por The Great Firewall, dado que los millennials pudieron pasar algunos años en los dosmiles consumiendo contenido occidental antes de las medidas establecidas por el gobierno. Algunas de las respuestas de esta generación a las críticas hacia el gobierno, como los comentarios que se hicieron respecto al manejo del COVID-19, parecen denotar un patriotismo fuerte y confianza en los medios oficiales.

Internet antes y ahora

La manera en la que accedemos al ciberespacio ha cambiado significativamente en los últimos años, haciéndolo cada vez más accesible y portátil. Al menos, una parte de él. La realidad es que la manera en la que los internautas acceden a la web es absolutamente distinta a lo que sucedía hace veinte años, por distintas razones. Aunque en México el uso de Internet se incrementa cada año, la mayoría de los usuarios no utiliza ninguna página web que no sea una red social o una plataforma de ventas. 

El contenido que consumen podrá ser variado, pero todo está centralizado en las redes sociales. Lo que antes se consumía en páginas independientes, generando ingresos directos y variados a los creadores de contenido, hoy es un embudo de ingresos para los monopolios de unas pocas páginas. Según statista, el 94% de los usuarios utilizan WhatsApp, el 93% Facebook y el 79% Instagram, seguidos por Tiktok, Twitter y Pinterest. 

La queja de los creadores es clara: su contenido, gratis en las plataformas, genera ganancias para las redes sociales pero muchas veces éstas no les retribuyen. Por ejemplo, en Facebook (actualmente llamado Meta), para poder hacer una publicación que alcance a todos tus seguidores se necesita sí o sí promocionar la publicación, es decir, pagarle a Facebook. La promesa de distribución es vacía y terminamos consumiendo el contenido que mejor paga. Las posibilidades de acceder a contenido variado se reducen exponencialmente, homogeneizando también lo que consumimos en la red, donde hace no tantos años había una promesa de horizontalidad y libertad.

Imagen compartida por el artista The Oatmeal en sus redes sociales.

La ciberseguridad

Las medidas que se han tomado para hacer de Internet un lugar seguro son relativamente recientes. Como cualquier herramienta, la Internet ha sido utilizada tanto para bien como para mal. Conforme se ha incrementado el acceso a los dispositivos y redes, los delitos en línea también han subido. Esto hace que cada vez más el cibermundo esté vigilado y que los crímenes ahí sean reconocidos como tales, un reto para las nuevas legislaciones. 

Si bien, cada país tiene medidas y leyes particulares sobre lo que está permitido subir, también las corporaciones tienen palabra en lo que se puede compartir en sus respectivas redes sociales. Esto tiene sentido porque sería extraño necesitar recurrir a un abogado para denunciar a un bot en Instagram, pero ¿qué tantos filtros estamos dispuestos a aceptar por parte de estas compañías? Esto, teniendo en cuenta que su propósito principal suele ser ser atractiva para más personas, y utilizar sus datos para mejorar la publicidad que se nos presenta, para así ser opción viable para marcas e inversionistas.

El caso de Twitter

La compra de la plataforma Twitter por el multimillonario Elon Musk nos ayuda a plantear algunas preguntas. Contexto: antes de la compra, Musk había dicho que haría de la plataforma un lugar de libre expresión, aludiendo a las políticas de contenido que solían permitir en años anteriores. Para contrastar, esto incluye tanto burlas y acoso, como el bloqueo a cuentas de supremacistas blancos o personalidades como Donald Trump.

Sin embargo, Trump ya dijo que no volvería a Twitter, plataforma que estuvo utilizando como medio de comunicación oficial durante su mandato. En cambio, Donald Trump está presente en su propia plataforma de redes sociales, llamada TRUTH Social.  La plataforma ha crecido mucho entre sus seguidores y parece ser un ecosistema próspero para sus ideas.

Donald Trump fue baneado de la plataforma cuando después del ataque al Capitolio, el 6 de enero del 2021, donde se cometieron actos violentos que resultaron en la muerte de cinco personas, los manifestantes llegaron portando armas y banderas asociadas al esclavismo y el supremacismo blanco, como la bandera de Betsy Ross. La toma fue llevada por seguidores de Trump, proclamándolo como el verdadero presidente de las elecciones. El expresidente de los Estados Unidosl los apoyó y nombró patriotas a través de Twitter, por lo que se le revocó su cuenta permanentemente.

Hoy en día, la plataforma ha relajado sus políticas y, de nuevo, los discursos de odio abundan significativamente. Los cambios en la plataforma son constantes y muchas de las ideas implementadas se rechazan por los mismos usuarios, por lo que los detalles del futuro de Twitter no son nada claros. Incluso se ha hablado de cómo las nuevas políticas vulneran los datos de sus usuarios, sobre todo de los que utilizan la red para compartir ideas políticas.

Publicación hecha en TRUTH Social.

Otro mundo es posible

A pesar de todas las intervenciones por parte de corporaciones y gobiernos hipervigilantes, Internet sigue siendo uno de los grandes inventos del siglo. Conectar a las personas y democratizar el conocimiento es posible utilizando correctamente los elementos del cibermundo, solo necesitamos cambiar la manera en que lo navegamos. 

Google no es el único buscador y aceptar cookies (obsequiar tus datos) de páginas desconocidas no es una idea tan buena. Si eres artista o tienes tu propio negocio, las redes sociales pueden ser una gran herramienta pero no ignores los beneficios de no depender de ningún intermediario para comunicarte con tu público, teniendo tu propia página o lista de correos electrónicos. Siempre podemos buscar la manera de navegar anónimamente la web, proteger nuestra privacidad y elegir mejor qué compartimos y en qué página. 

Por último, se puede utilizar el ciberespacio con curiosidad y creatividad. Aprender a dominar esta herramienta para investigar y compartir lo que nos apasiona puede hacer la diferencia entre un consumo reflexivo y un mindless scrolling (usar las redes sociales para distraernos, sin disfrutarlo verdaderamente).

por Shantal Abrego

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