The Batman: la encarnación más humana del héroe murciélago

La película de Matt Reeves nos ofrece un Batman muy humano y abierto a explorar sus propias limitaciones
Foto: Especial

Por Shantal Ábrego

En The Batman, película estrenada el pasado 3 de marzo y esperada ansiosamente por los aficionados y aficionadas del murciélago vigilante de Gotham City, pudimos ver un Batman terriblemente transparente y humano, aunque esto no es necesariamente una buena noticia para el murciélago. No son pocas las veces que vemos fallar a los batiartilugios, así como sus planes y teorías. La película, dirigida por Matt Reeves y protagonizada por Robert Pattinson, deja abiertas muchas puertas a la reflexión.

Uno de los puntos más disfrutables de la entrega, es que nos ofreció la oportunidad de acompañar a Batman, el detective, un tropo que se remonta a los inicios del personaje en los remotos años 30, con historias que tiraban mucho más hacia al género noir que al de acción. En la Ciudad Gótica encarnada en esta película, siempre llena de signos de interrogación, el crimen se resuelve con pistas, pruebas y testimonios, estrategias de espionaje al margen de la ineficiente policía de la ciudad.

Este regreso a la raíz se encuentra con una visión un poco más “realista“, si es que así podemos llamar al escepticismo. Durante décadas, se ha construido un consenso en torno a la idea de Bruce Wayne como un hombre superinteligente. Sin embargo, en la película de Matt Reeves, vemos la presunta infalibilidad de Wayne severamente cuestionada. Esto es lo terriblemente emocionante de esta película, la osadía de plantear los límites del universo que ya amamos.

En distintos momentos vemos cómo cambia la actitud de las personas ante Batman y Bruce Wayne. Policías y villanos detestan al justiciero nocturno, pero respetan al millonario. Así, damos un paso hacia atrás para observar lo grotesco del héroe y el villano, dos inadaptados que han distorsionado tanto su percepción de la realidad y de sí mismos, que su obsesión por justicia resulta en cualquier otra cosa. La película nos plantea lo extraño y preocupante que debería ser el estado mental de una persona que decide disfrazarse de un murciélago para buscar justicia por su propia mano, poniéndolo a la par de sus villanos.

Dentro de los foros relacionados con los superhéroes, existe una discusión recurrente: si a Batman le interesaran realmente los habitantes de Ciudad Gótica, en lugar de disfrazarse para pelear con la delincuencia, estaría utilizando su fortuna para impulsar programas sociales que disminuyeran la violencia. La verdad es que en distintos momentos y versiones del personaje, se ha aclarado que Bruce Wayne hace actos de filantropía y normalmente ahí más o menos termina el debate. En la película, esta discusión se aborda de nuevo, desde una negligencia clara en el desvío de recursos que lleva a la corrupción de toda la ciudad. Vemos al protagonista debatirse sobre la culpa que podrían experimentar él y su familia al haberse comportado egoístamente, a cerrar los ojos ante las posibles consecuencias de involucrarse con la mafia o, simplemente, de ignorar a los necesitados.

Pecando de lo inevitable, no puedo evitar compararla con propuestas anteriores del universo de DC. Algo que distingue a la entrega de Reeves de las demás es su insistencia en no tomarse en serio a sí misma, dudar de las capacidades de los personajes y de la lógica con la que operan.

La belleza cinematográfica hace que cada still del filme se sienta como una pintura del siglo dieciocho. La arquitectura es particularmente notable, pues sin ella, la película hubiese emanado una atmósfera totalmente distinta: los elementos góticos de la mansión Wayne y la catedral nos transportan a esta estética que implica también empaparnos de su filosofía. La escena del funeral fue filmada en la Catedral de Glasgow, en el Reino Unido, un edificio majestuoso que contrasta visual y simbólicamente con el ghetto de Ciudad Gótica. Este juego se vuelve recurrente, luciendo a la opulencia frente al lumpen, cuestionando la torre de marfil en la que tanto tiempo ha vivido nuestro protagonista.

Pienso en el Batman de Robert Pattinson y no puedo sentir más que agradecimiento. Esta nueva versión, más taciturno y reflexivo, es algo que sólo el ex vampiro podría haber ejecutado con tanta gracia. Este justiciero, capaz de equivocarse y entender que toda su mentalidad de venganza es tan absurda como la posición de sus enemigos, ha venido a explorar perspectivas que no habían sido tocadas en el Batman de la pantalla grande; Además de ofrecernos la oportunidad de presenciar a la mejor Gatúbela live action de la historia, interpretada por Zoe Kravitz.

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