En 2023 se logró romper la barrera de los 110 mil desaparecidos en México, una crisis humanitaria sin precedentes y de características particulares, pues la gran mayoría de los desaparecidos se dieron después del inicio de la Guerra contra el Narcotráfico declarada por el expresidente Felipe Calderón (el 63%).
Sin embargo, la cifra dice poco realmente, son números que el mexicano promedio pareció simplemente asimilar, cosa que la familia Sánchez Pérez no puede hacer a pesar de tener la “suerte”, como ellos la describieron, de hallar los restos de Karen, Dolores y Javier, “solo” a seis años de su desaparición en Veracruz, allá en 2017.
Localizan a familia queretana en fosa clandestina en Veracruz
El dolor, aún tras hallarlos, es inmenso. La llegada de algunos de sus restos —pues ni siquiera hallaron sus cuerpos completos—, es una mezcla de alivio y eterna indignación; alivio porque, al fin, padres, hermanos, sobrinos y, por su puesto, su hijo huérfano, tienen ya la certeza de su paradero.
Indignación porque, a pesar de años de búsqueda, con la indolencia de fiscales que no se esforzaban por buscar e inclusive tener que dormir en la banqueta la última noche a la espera de que les entregasen sus restos; a pesar de todas las penurias vividas, no hay certeza de qué fue lo que les pasó ni de quién los asesinó.
“Hablar de las desapariciones en México es hablar de derechos humanos, de gobierno, de crimen organizado. Nosotros no tenemos un culpable, nuestro crimen sigue impune. Los encontramos, sí, pero no como quisiéramos; los encontramos sin vida, en partes, todavía estamos buscando todas las partes de sus cuerpos”, lamentó su hermano.
Teresa Pérez, además, destacó que el dolor de las familias de estas 110 mil personas les une y, aseguró, seguirán con la búsqueda de más desaparecidos, pues asociaciones civiles como Desaparecidos Justicia les “enseñó” a ejercer sus derechos a la verdad, a la justicia y a una vida libre de violencia.
“El país está rebasado, aunque hay un protocolo, no se sigue como debería. Pensábamos que nos estaban haciendo un favor y aprendimos que es nuestro derecho que se hagan las investigaciones. En el camino fuimos encontrando gente que nos apoyó”, subrayó.
Duramente el funeral de esta familia, dueña de un restaurante de mariscos, familiares y amigos recordaron a ambos padres como personas trabajadoras, dedicadas a la música y los eventos, además de dueños de “La Palapa”, un popular restaurante de mariscos en Colón, y también a su hija como una chica dulce, en la flor de su juventud.
En realidad, el terrible drama que vive México no se puede entender más que con estas historias; gente común que, con la intención de vacacionar en la playa, en una casa que lograron comprar allá, desapareció por años sin dejar rastro hasta que les hallaron en una fosa clandestina, una de las más grandes del país, la de Arbolillo, en Alvarado, Veracruz.
A la tranquilidad de esta familia por al fin darle sepultura en su natal Colón, Querétaro, se le suma el dolor de un hijo que se “salvó” por un examen de la prepa que le impidió acompañarlos; al de un hermano que dejó su vida y su trabajo buscándolos; a una hermana que clama por justicia; en fin, el dolor de una familia, los Sánchez Pérez, que no terminan de entender que 110 mil personas pueden morir de una forma tan terrible sin que exista alguna consecuencia.
Según el Registro Nacional de personas desaparecidas y No Localizadas, casi 70 mil personas han desaparecido de 2006 a lo que va de 223, sin embargo, tan sólo en el último sexenio se han registrado el 68 por ciento de estas, 48 mil personas en los últimos cuatro años.
Por Mánelick Cruz