En una conversación con el escritor acapulqueño Julián Herbert, pudimos ahondar sobre la poesía contemporánea y su terreno. Platicamos sobre “La parte quemada”, su próximo poemario, y algunas de las circunstancias alrededor de él.
La poesía está teniendo un auge pero a comparación de la comunidad anglosajona pareciera que nos estamos quedando cortos en el terreno hispanoamericano, ¿qué es lo que nos falta en hispanoamérica?
Para mí es una cosa engañosa lo que está pasando con la poesía, porque pienso que se practica mucha poesía y se publica mucha en medios digitales. De pronto creo que el diálogo alrededor de la poesía y el relato que suele acompañarla de manera crítica se ha adelgazado un poco. A mí me parece que una diferencia reciente es esa falta de algo más intenso. Porque la poesía tiende a ser polémica. Tiende a generar mucha discusión. Hay una especie de cordialidad en esta discusión, o al menos esa es mi experiencia durante muchos años; eso creo que se ha perdido.
Lo que no sé tampoco, no lo tengo tan presente, es hasta qué punto las publicaciones digitales son engañosas en la divulgación de la poesía. Siento que a los poetas nos jala mucho lo performático (la lectura en voz alta, los soportes no convencionales) y lo material (la relación material con el objeto poético). A veces en lo digital se desborda la cantidad de información y perdemos un poco esa agudeza de ver el objeto específico que es el poema. Lo último que diría es que lo que yo digo tiene que estar muy acotado porque finalmente yo soy un tipo de 52 años, la experiencia de la poesía es muy importante que se mantenga desde la juventud. Creo que también es peligroso eso que sucedía antes, que los viejos empiecen a decirle a los jóvenes qué cosa es la poesía. Creo que los jóvenes entienden mucho mejor qué es la poesía que los viejos.
En este momento que ves en perspectiva “Un retrato a los 27”, o esos acercamientos lejanos, cuando dejas de ser ese poeta joven, en retrospectiva ¿qué piensas que le faltaba a ese poeta? ¿O qué tipo de poeta te gustaría ser para la juventud de poetas hoy en día?
Lo primero es que para mí la poesía tiene que ser real de una manera más radical que las demás cosas. No sé si eso tiene algún sentido. Una de las cosas que a mí me han sucedido en el paso del tiempo es que cada vez escribo menos poemas. No porque no me importe la poesía, sino al revés. El último libro de poemas que publiqué salió en 2013 y es un libro donde se va cayendo la poesía. Se llama Álbum Iscariote, es un libro que está lleno de elementos visuales y de disolución de la forma poética. Yo pensé que iba a ser el último. Tardé diez años en hacer un libro de poemas nuevo, que es este que apenas va a salir en diciembre, se llama “La parte quemada”. Claro, después de eso el impulso de la poesía llegó muy fuerte en este último año, he estado escribiendo muchos poemas.
Lo que creo es que si yo dialogara con mi yo poeta joven no le diría nada. Preferiría no decirle nada y dejarlo que aprenda y se equivoque solo, o sea trataría de no prejuiciarlo. Porque creo que la poesía siempre es un experimento en presente, como vas, va dándose.
Nada más para apuntar un poco, a mí me interesan mucho los ejercicios de la poesía digital, por ejemplo. Y en general toda la forma de experimentar el poema me interesa muchísimo. Lo que a veces siento es que las herramientas como que se han vuelto demasiado amigables y de pronto parece como que no tienes que esforzarte. Por ejemplo, ya no tienes que ser diseñador para hacer algo en Canva, y parecería que como poeta ya nada más haces eso. Y a mí lo que me interesa son los poetas digitales de verdad, los que hacen programación.
¿Qué opinas de los poemarios conceptuales, a diferencia de las antologías de poemas cronológicos?
Yo creo que para mí tiene que ver con el mecanismo de trabajo y con el momento en que estás. Cada libro trae su propia curva, digamos. Y también cada autor tiene su forma de trabajar. Te voy a dar ejemplos muy específicos: a mí no me gusta esta idea del libro unitario, con un tema. Me parece como un dictado artificial, pero por ejemplo uno de mis poetas favoritos mexicanos trabaja así, que es Luis Felipe Fabre. Cuando leo a Luis Felipe Fabre, esa forma de escribir me parece natural, orgánica. Pero por ejemplo, si soy jurado en un premio de poesía, cada vez llegan diez o quince trabajos que tratan un problema de salud y son poemas numerados hasta el número sesenta; son muy repetitivos, se parecen entre sí, son poemas casi intercambiables por la forma en que está construida la imagen, por ejemplo.
Siento que eso se volvió más una moda y algo demasiado estable para mis estándares y mis intereses. O pienso en el lenguaje, Gabriel Wolfson acaba de hacer una reseña del Premio Aguascalientes 2022 que creo que desnuda mucho que ese lenguaje es muy vacío en cierta poesía. Es muy fácil hacer la metáfora del verde con los militares o el azul con los policías o los encapuchados con los narcos, métaforas muy vacías. Por una parte está eso y por otro lado, por ejemplo, me interesa mucho lo que dijiste de Querétaro. Creo que ese impulso que hay en Querétaro por la poesía multimedia es muy orgánico. O sea, sí creo que es algo con lo que la ciudad fue haciéndose de la poesía y una de las cosas que tiene interesantes para mí es lo que significó la presencia de “el gordo” Arellano ahí. Creo que es una estela que tiene todavía, lo que estoy diciendo puede ser polémico para los mismos queretanos. Yo creo que la visión del gordo Arellano y de mi compadre Román Luján, que ya no está ahí, de algún modo sí afectó el entorno. Por supuesto que no sólo ellos, hay toda una dinámica, algo que se va construyendo orgánicamente en diferentes culturas. Es algo que me interesa mucho más que una impronta más general.
Para mí, la clase de poeta que voy siendo tiene que ver mucho con el proceso en el que estoy. Álbum Iscariote es un libro que hice en un momento en el que estaba trabajando con lo mediático, estaba muy conectado con la poesía objeto.
La parte quemada es un libro muy distinto porque está atravesado por mi experiencia presente, que tiene que ver con el zen, la práctica zen.
Tú que has abordado diferentes medios, que escribes guiones, prosa, ensayo, ¿qué es lo que te hace regresar a la poesía?
Aquí a la vuelta de mi casa estaba una vez tomando un café con Ernesto Lumbreras y Ernesto me dijo: “es que los pleitos entre poetas son encarnizados porque hay muy poco que perder”. Y no es que pelees muy duro porque hay poquito, es al revés: hay tan poquito espacio de reconocimiento que las peleas se vuelven encarnizadas. Lo que dices creo que es eso, el predominio de una idea que es fácil de conocer, fácil de distinguir y fácil de replicar. Pero creo que lo notamos en la poesía quienes amamos la poesía y nos angustia, pero creo que está pasando en todos lados. Pienso que está pasando en el pop o en las series de televisión. Esa idea del algoritmo como que le ha puesto un virus a todo y claro, en la poesía se siente mucho y se siente como una fatalidad porque la poesía se supone que es todo lo contrario, es para hackear la realidad no para replicarla. Por eso a veces nos angustia eso, pero por otro lado los otros géneros para mí han significado un aprendizaje técnico. Yo se lo recomendaría a todos los poetas, el aprendizaje técnico sobre todo en los guiones, en la narrativa, el ensayo o dar clases. Siento que para mí, paradójicamente, ha sido un ejercicio de humildad frente a los poemas, porque tener un aprendizaje muy preciso y saber que la técnica no basta para exponer algo que está más en el fondo ayuda a escarbar un poco más para llegar a los poemas. También, lo que creo que se quita a esta edad es… Ya perdí la prisa. Creo que cuando somos poetas jóvenes es muy importante tener ese feedback de que eres un buen poeta o buena poeta y llega un punto en el que… es como las relaciones amorosas, perdón por la desviación, llega un punto en el que piensas “ya no necesito que me valides, necesito que mi experiencia sea real”. No sé si lo que te estoy diciendo tiene sentido, pero pienso que de algún modo los otros géneros también ayudan a encontrar esa relación más cercana, íntima y sincera con el poema. Sincero no quiere decir autobiográficamente, sino que realmente los poemas lleguen a un lugar de tu sentimiento, del lenguaje y de la realidad.
¿Tienes algún proyecto que quieras compartir a los lectores de Codicegrafía?
Híjole, pues ahora estoy terminando cosas. Estoy muy emocionado de que va a salir mi libro de poemas aunque va a salir en una edición muy chiquita de la Universidad de Zacatecas. Estoy muy emocionado con eso y cerrando un proyecto largo con Gris Tormenta, que yo creo que en febrero o marzo vamos a soltar una cosa que se llama Suerte de principiante, una colección de once ensayos basados en once charlas que hice y están en YouTube, los reescribí para hacerlos ensayos. Ah, y si pueden que vean Cassandro, la peli nueva de Gael García Bernal en la que trabajé haciendo los diálogos en español y me divertí mucho haciéndolo.
por Shantal Abrego