¿Cómo se organizan las mujeres que no se nombran feministas pero luchan por sus derechos?

Los movimientos de mujeres no parten de una experiencia universal única, de ahí la importancia de reconocer la autonomía en cada una de sus organizaciones y comprender el contexto que les antecede, así como la posición desde donde luchan.

El feminismo es una postura política que no todas las mujeres que luchan por los derechos humanos o que se organizan ante problemáticas sociales adoptan como un lugar de enunciación. Esto nos recuerda que los grupos de mujeres no son homogéneos, sino que existen especificidades múltiples y no una experiencia universal única.

Yásnaya Elena Aguilar es originaria de Ayutla Mixe, Oaxaca. Ella es una escritora y lingüista ayuujk que se convirtió en activista cuando se dio cuenta de que existe una violencia sostenida que está erradicando las lenguas indígenas. En 2019 en una entrevista realizada por El País, expresó que antes de nombrarse feminista ella se cuestionaba varios cruces históricos que partían de una reflexión colonial dentro del movimiento feminista.

Algo similar pasa con la escritora Valeria Angola, quien es integrante de diversas colectivas enfocadas en mujeres mexicanas afrodescendientes y racializadas, como Afrontera y Afroféminas. En su texto No soy feminista explica las razones por las cuales sus luchas no parten desde el  movimiento político del feminismo, sino más bien desde una postura comunitaria que es acompañada de sus ancestros y personas afrodescendientes; comprendió que habían muchas posibilidades de organizarse y que después de haber pasado por distintas posturas feministas, el feminismo no era suficiente para lograr una transformación radical de la sociedad en la que vive.

Para Valeria, el que no se nombre feminista no significa que no esté preocupada por la violencia hacia las mujeres, las desigualdades sociales o los sistemas sexistas que rigen a la sociedad; ella encontró otras formas de organización que parten de filosofías africanas y colectividad no solo con mujeres.

Como Valeria y Yásnaya, existen muchos grupos de mujeres que luchan en sus territorios, ya sea para encontrar justicia por las muertes de sus hijos, para buscar nuevas formas de participación comunitaria o buscar mejores condiciones de trabajo.

Por ejemplo, las mujeres zapatistas que aparecieron públicamente hace más de 20 años, han llevado una lucha dentro de sus comunidades para erradicar las desigualdades y tener acceso a mejores condiciones en salud, trabajo o educación. En la investigación Mujeres Zapatistas: la inclusión de las demandas de género, se advierte que, aunque sus causas tienen una cierta similitud a las que ha hecho el movimiento feminista, no se adhieren al movimiento como tal, ya que las zapatistas han hecho hincapié en que sus luchas no excluyen a los compañeros hombres de sus comunidades.

Las Rastreadoras del Fuerte es un grupo conformado por madres, hijas y hermanas que buscan a sus familiares desaparecidos en el norte del país; con sus palas excavan para hallar algún resto que pueda darles indicios de en dónde murieron sus seres queridos. Se acompañan de mujeres, pero saben que en lo que respecta a la desaparición forzada se necesita a toda una comunidad. Otros grupos de mujeres que buscan a lo largo del país son Sabuesos Guerreras, Las Patronas y Tesoros Perdidos Hasta Encontrarlos.

En Querétaro, Mujer Libertad es una organización que busca mejores condiciones para las trabajadoras sexuales en el estado. Mónica Mendoza, su fundadora, sabe que su lucha no parte del feminismo, pues considera que a las trabajadoras sexuales no se encuentran dentro de su agenda, no obstante esto no le ha impedido que desde 1997 trabaje en pro de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres que se dedican al trabajo sexual.

Es así como muchas mujeres se han denominado primero antipatriarcales, para trabajar en contra de los sistemas machistas; mientras otras se siguen organizando para resistir al abuso militar en el país y a las guerrillas, como las mujeres en Guerrero con sus luchas campesinas, y otras han demostrado la indispensable organización que se necesita para hacer frente a otros problemas sociales, como las mujeres del sector textil y sus batallas sindicales.

No hay un lugar único desde donde los distintos grupos de mujeres puedan ser sujetas políticas, lo que importa es reconocer la autonomía en cada una de sus organizaciones y comprender el contexto que les antecede, así como la posición desde donde luchan.

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