La primera vez que Manuela Mendoza Herrera vio nacer a un bebé tenía alrededor de 10 años. Sintió mucho miedo. En ese tiempo vivía con su abuela, una reconocida partera tradicional en la comunidad Juan González, en el municipio de San Miguel de Allende, Guanajuato. Cada vez que una embarazada estaba a punto de dar a luz, su abuela acudía a atender y ella siempre la acompañaba. Ahora forma parte del equipo de seis parteras que dan acompañamiento en el Centro para Adolescentes de San Miguel de Allende (CASA), A.C., es la de mayor antigüedad y la única partera tradicional en el lugar.
Manuela recuerda que durante su niñez, por la lejanía de la localidad en la que vivía, era muy difícil que las mujeres embarazadas llegaran a tiempo a un hospital para ser atendidas, por eso optaban por llamar a la abuela y fue ella quien le compartió sus conocimientos. Aunque tras su fallecimiento Manuela decidió dejar la partería durante unos años, hoy ha visto egresar a 17 generaciones de la carrera técnica de partería que ofrece CASA.
«Llegué a CASA para un curso, había un grupo de parteras tradicionales que nos daban capacitación aquí y nos daban métodos de planificación familiar. Vi salir a las 17 generaciones que se han graduado de la escuela. Muchas de ellas ahora están trabajando en las secretarías de Salud de los estados», comparte Manuela.
Aunque reconoce que las capacitaciones que recibe en CASA son más avanzadas que las que se imparten en la Secretaría de Salud de Guanajuato, aún acude a la dependencia para obtener una certificación que le permite atender partos en su lugar de trabajo o a domicilio, esto ante la falta de cédula profesional como las que obtienen las estudiantes al egresar de la carrera técnica.
Mendoza Herrera sostiene que, aunque en las secretarías de Salud de otros estados capacitan a las parteras tradicionales, en todos los lugares se repite la misma situación: los funcionarios les piden que manden al hospital a todas las mujeres que atiendan y les imposibilitan brindar sus servicios.
Los inicios de CASA, A.C.
CASA surgió en 1981 por iniciativa de Nadine Goodman y Alejandro González, como alternativa para llevar a los adolescentes información sobre salud sexual y reproductiva. Con el paso del tiempo amplió sus actividades y en 1994 comenzaron a atender partos; tres años después iniciaron con la Escuela de Parteras Profesionales y el Hospital Casa, donde se ofrece atención y acompañamiento a embarazadas para que se mantengan saludables y logren un parto natural.
El programa de la carrera técnica es de tres años más uno de servicio social, explica Goodman. A partir de 2011 CASA, como institución, expandió su programa a otros estados y ayudo a que Oaxaca, Guerrero, San Luis Potosí, Michoacán, Morelos e Hidalgo establecieran sus propias escuelas incorporadas a la Secretaría de Educación Pública.
«Ahora estamos trabajando con la Secretaría de Educación Pública (SEP) a nivel federal para seguir abriendo licenciaturas en partería profesional en universidades públicas», puntualiza.
El objetivo, añade, es que se incluya a las parteras en los nacimientos y que se incrementen los partos vaginales, que son benéficos tanto para la madre como para los bebés. Sin embargo, Goodman considera que, pese a que existen estudios científicos que demuestran que es mejor, actualmente hay mucha resistencia con respecto a esta forma de alumbramiento. Además, el parto vaginal es mucho más barato que una cesárea.
En México la mayoría de las mujeres embarazadas acuden a hospitales para ser atendidas. Según cifras oficiales, la mayoría de mujeres que son víctimas de violencia obstétrica o que mueren por el parto fueron atendidas en hospitales.
CASA ayuda en la disminución de cesáreas y RMM
La cofundadora de CASA asegura que en estados donde ha intervenido esta asociación, como San Luis Potosí, la tasa de parto vaginal ha incrementado y la Razón por Muerte Materna (RMM) ha disminuido, pues en sus sistemas de salud ya se cuenta con parteras profesionales.
«Las tasas de mortalidad y morbilidad materna perinatal son mucho más bajas que la tasa estatal y la tasa nacional. La tasa de bajo peso en la mujer es mucho más baja, hemos tenido resultados muy buenos» explica Goodman con respecto al registro de partos que han atendido en CASA. «Es necesario acompañar con amor y cuidado a la mujer. El parto es fisiológico, casi en el 85 por ciento de los casos (los bebés) salen muy bien solos», argumenta.
Actualmente, la asociación atiende alrededor de 300 partos al año, mientras que las egresadas que son originarias de otros estados del país, atienden entre 20 y 30 mil nacimientos anuales.
Acompañamiento, lo más importante durante el parto
Manuela explica que en los 30 años que lleva trabajando en CASA, se ha buscado que todos los partos sean lo más fisiológicos posible, sin medicamentos y sin que las mujeres sean canalizadas.
La atención se brinda desde el control prenatal, se le da seguimiento a la gestación y se valora si pueden tener un parto normal, pues en la asociación atienden únicamente embarazos de bajo riesgo.
Cuando las mujeres están a punto de dar a luz, ellas deciden quién las acompañará y cómo quieren tener a sus bebés: paradas, acostadas, en cuclillas o en agua. «Depende de cómo se acomode la paciente», complementa Manuela.
«En el agua no es difícil, la tina está diseñada para que el esposo se siente apoyándola de la espalda, y ella sentada como quiera. Es la posición que ella tome. El bebé sale y nosotras nos estamos en este banco y por aquí vemos», explica sobre las bañeras que utilizan en CASA, las cuales tienen un costado de plástico transparente para supervisar que el alumbramiento fluya de manera adecuada.
En este tipo de partos no hay intervención alguna más que la de la madre, quien puede tomar al bebé una vez que salga y ponerlo en su pecho, el cordón umbilical se corta hasta que deja de palpitar.
«Pienso que todos los partos de bajo riesgo deberían ser atendidos por parteras como fue antes. Todos esos partos los atendían las parteras y había menos mortalidad fetal o materna. Claro que también ahora los tiempos cambiaron, por la mala alimentación y la mala información, a las mujeres se les complica y necesitan un médico», reconoce Manuela.
Querétaro, con áreas de oportunidad
Aunque CASA ha tenido acercamiento con Queretaro y ha capacitado a algunos funcionarios de la Secretaria de Salud, Nadine Goodman explica que actualmente no tienen contacto con el titular de la dependencia, Julio Cesar Ramírez Argüello. No obstante, considera que se debe poner atención en el tema, pues la entidad presenta indicadores negativos.
«Es un estado que tiene un problema fuerte de violencia obstétrica, también de muerte materna y de lo que se llama mortalidad o morbilidad prenatal», puntualiza. «Para Querétaro sería excelente tener un programa de partería nivel de licenciatura en una universidad pública, y que la Secretaría de Salud empiece a contratar parteras profesionales».
En el estado de Guanajuato, expone, la relación con el gobierno no es muy buena, pues no se reconocen las problemáticas existentes y la necesidad de parteras.
«(En Guanajuato) dicen que tienen un sistema de cinco estrellas, a pesar de que tienen una tasa de mortalidad materna alta, una tasa alta de cesárea no médicamente justificada y bastante violencia obstétrica en general», señala.
Si bien hay varios estados que reconocen que existe un grave problema en los hospitales de segundo nivel, que están saturados y que se maltrata a las mujeres durante sus partos, todavía existe resistencia a la partería tradicional. En los lugares donde se ha intentado incluir la práctica o los partos respetados, las mujeres que adquieren el conocimiento generación tras generación son ignoradas o no se les da el reconocimiento que merecen. La situación ideal implicaría, tanto el rescate de la sabiduría de las parteras tradicionales, como estar al día en medicina alópata.