En la primera línea de batalla: enfermeras y enfermeros luchan por salvar la vida de personas enfermas de COVID-19

Actos de discriminación, críticas y descontento por parte de la sociedad, aunados al cansancio físico, emocional y mental, son algunas de las situaciones a las que se han enfrentado enfermeros y enfermeras de Querétaro en un año de trabajo que ha cambiado para siempre sus vidas.

Elizabeth, Andrea y Roberto tienen una cosa en común: desde el año pasado han luchado día a día por salvar la vida de personas que han enfermado de COVID-19. Del día uno, el 11 de marzo de 2020, cuando se registró el primer caso de coronavirus en la entidad, a la fecha no han parado y hoy piden una tregua a la sociedad: ¡Quédense en casa!

Para ellos ha sido difícil dejar de ver a sus familias para protegerlas, mientras en el hospital velan por la recuperación de familiares de otras personas. A lo largo de este periodo, el personal de salud en Querétaro se ha enfrentado a actos de discriminación, críticas y descontento por parte de la sociedad, aunados al cansancio físico, emocional y mental.

Elizabeth: «la frustración se ha apoderado del personal de salud»

Elizabeth Martínez tiene cerca de dos años laborando en medicina interna en el Hospital General de Querétaro y jamás imaginó que enfrentaría una situación tan complicada como la de ahora. Sin embargo, su compromiso por salvaguardar la vida de las personas ha sido su sostén a lo largo este año complicado.

Cada paciente ingresado al hospital es para Elizabeth un recuerdo de su familia, una señal de que por ellos sigue en la primera línea de batalla. Pero también representa la tristeza de la gente que espera noticias sobre la salud de sus enfermos, la frustración, el miedo y el dolor de quienes se encuentran hospitalizados por haberse contagiado, así como de quienes llevaron a su familiar y no le volverán a ver.

«Es muy triste pensar que afuera hay una familia esperando: mamá, papá, hijos, hermanos […] es muy frustrante en el sentido de que llegan conscientes, no intubados y es un impacto ver su cara de frustración, de miedo, y lo primero que preguntan es ‘qué me van a hacer’. Es muy triste ver cómo se están yendo, nosotros hacemos lo imposible, pero ya son cuestiones que no están en nuestras manos», expresa.

Elizabeth cuenta que atender a un paciente con COVID-19 es agotador, puesto que requieren de muchos cuidados. Esto ha derivado en cansancio y estrés crónicos en la generalidad del personal de salud, que se ha acostumbrado a perder a mucha gente en esta batalla.

«Ha sido preocupante acostumbrarnos a ver que se muera más gente. En realidad antes sí podía estar el paciente crítico, pero la mayoría salía de alta. Ahorita es contada la gente que sale con bien. Eso nos ha traído frustración», indica.

Aunque al inicio de la pandemia hubo falta de insumos, medicamentos y equipamiento, Elizabeth afirma que las autoridades se esfuerzan cubrir la escasez que se presente para poder seguir con su trabajo. Por ello pide a la gente cuidarse, aplicar las medidas de seguridad y evitar las fiestas innecesarias, pues señala que la morgue está llena y los hospitales saturados de gente que requiere atención urgente.

«Está llenísimo, hay veces que los camilleros no pueden bajar los cuerpos porque está saturadísimo, entonces también los de la funeraria no se dan abasto como para estar sacando tanto cuerpo y tenemos que esperar a que se desocupe un poco para poder llevar al paciente que fallece y volver a meter más porque hay mucha gente en espera de esa cama», menciona.

El miedo se adueñó de Andrea

Andrea Cuéllar Reséndiz ha sentido miedo en distintas ocasiones. Aunque lleva más de dos años trabajando en el Hospital General Regional no. 2 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), nunca antes le había tocado ver el hospital lleno de gente infectada de una enfermedad para la que no hay cura.

«Ha habido momentos en los que llegaba a casa llorando, porque es muy estresante. En el momento en el que estuvo el pico alto fue muy feo porque se llenó completamente el hospital, y tenerlos con oxígeno no es suficiente, es también el tratamiento y no hay todo el material, los insumos, los medicamentos. Me dio mucho miedo llegar al servicio y ver la cantidad de pacientes que había, que ya no cabían en piso», señala.

La falta de medicamentos es uno de los problemas a los que se ha enfrentado y Andrea cuenta que en ocasiones les ha tocado buscar por todo el hospital lo necesario para atender a sus pacientes. También ha sentido impotencia, tristeza y coraje, sobre todo con aquellas personas que han llegado a decirle que el coronavirus no existe.

«Había personas que llegaban y decían ‘el COVID es falso, no hay nada aquí’, de verdad, te lo decían a la cara, y yo pensaba ‘lo que tú me dices a mí que es broma es mi trabajo, ya tanto tiempo que llevamos así y todos los pacientes que hemos visto, que han sido bastantes’», relata.

«Ya cuando entran se espantan de ver tantos pacientes, de vernos a nosotros con el uniforme, de no reconocer nuestra cara y nada más por nuestros ojos y la voz. Nos están dando su confianza, poniendo su vida en nuestras manos, y ni siquiera nos pueden ver la cara», agrega.

Andrea ha recibido atención psicológica por parte de la institución en la que labora, puesto que ha sufrido de episodios de ansiedad. Recuerda que por ello le costaba mucho llenar sus hojas de enfermería, así que necesitaba tomarse un tiempo, relajarse y volver a sus labores. 

«Todos hemos visto algo que nos ha marcado para toda la vida», dice.

Esta pandemia, también le ha mostrado lo que describe como el lado «materialista» de la sociedad. Recuerda el caso de un hombre que llegó al hospital estresado por no contar con recursos para el Día de Reyes, lo cual se complicó con la enfermedad. Además, menciona que es difícil ser portadora de malas noticias y ver que hay familias que no pueden despedirse.

«Yo lo llevé a hacerle el estudio para ver cómo estaban sus pulmones, y estaban mal. Ese día saturaba bien, al otro día me dijeron que lo iban a intubar. Me dio mucha tristeza, por mi cabeza pasó que cómo nos importan las cosas materiales cuando no valoramos la vida ni la presencia de nuestros seres queridos. La vida se nos va en cualquier momento», menciona sobre el caso de esa persona.

Cuando Andrea se enteró de que el hospital en el que labora sería Hospital COVID se asustó pero no se detuvo, y aunque hoy tiene una marca en la cara por el uso de cubrebocas y goggles, a la que han denominado ‘cicatriz de batalla’, sigue luchando por brindar confianza y garantizar la salud de las personas.

Roberto fue discriminado por su comunidad

Roberto Montes Reyes trabaja en el área de epidemiología del Hospital General de Querétaro desde hace ocho años. Él, como muchas otras personas del sector salud, se contagió de COVID-19 y aunque adoptó todas las medidas de prevención y seguridad durante y después del contagio, la gente de su comunidad lo discriminó.

«Cuando saben que tienes COVID te discriminan, te niegan el apoyo aún sabiendo que tú le has tendido la mano a las demás personas, te niegan servicios por el miedo y la ignorancia de que los puedas contagiar. Fue complicado porque a nosotros nos negaron todos los servicios y mi esposa tenía que ir por el mandado a otra colonia, porque somos muy conocidos y saben que trabajamos en un hospital», relata.

Roberto tomó la decisión de no ver a su familia pues, al ser trabajador de salud, se sabe portador del virus. Antes de llegar a casa, sanitiza su equipo diario, se ducha y tras cambiarse se coloca el cubrebocas y lo porta en todo momento. Durante este año ha tenido que adoptar, junto con su esposa, una serie de medidas de protección para evitar contagios.

«Ya no es lo mismo llegar y abrazar, dar un beso, sentir una caricia, no es lo mismo. Anteriormente eso se practicaba y ahorita tienes que evitarlo», recuerda.

Para él la enfermería es una profesión «muy bonita», en la que se hace de todo por salvar la vida de las personas; sin embargo, reconoce que nadie vio venir esta epidemia que les ha sobrepasado. Por este virus, Roberto perdió a su mamá. Trabajar en el sector salud no garantizó que pudiera salvarle la vida, pero sus amigos y familia le han apoyado en todo momento, lo han motivado a seguir adelante.

«Tenemos un estrés laboral muy elevado, ya el cansancio físico no nos da para más. Aún así seguimos trabajando, atendiendo a los pacientes, con toda la actitud. Este periodo ha sido triste porque perdí a mi mamá por COVID; aun tomando todas las medidas de seguridad y bioseguridad con tus familiares, es muy triste saber que un integrante de tu familia fallezca por COVID», dice.

Roberto afirma que al inicio de la pandemia Querétaro llevaba un buen ritmo, pero ahora se ven rebasados; señala que hay hospitales en los que no hay cupo pero por humanidad se brinda la atención, bajo un equipo de seguridad que ha les ocasionado deshidratación y en ocasiones desmayos durante su horario laboral, pero que es, a la vez, el único medio de protección que tienen.

En Querétaro, ocho personas vinculadas a proceso por agresiones al personal de salud

Como Roberto, muchas otras personas han sido objeto de agresiones y discriminación que terminaron con los agresores en prisión o con sanciones por su actuar. Durante la pandemia, al menos ocho personas han sido vinculadas a proceso por este tipo de delitos.

Entre los casos, destaca el de dos trabajadoras sexuales que, en abril de 2020, agredieron a una enfermera que esperaba el transporte público sobre Avenida Zaragoza; ambas fueron sentenciadas a cuatro años de prisión por los delitos de discriminación, privación ilegal de la libertad y desobediencia. Más tarde, en mayo, un hombre fue detenido en San Juan del Río por agredir y amenazar a una enfermera; de acuerdo con la versión de la fiscalía, la enfermera recibió agresiones verbales y físicas al regresar a su casa. En junio de 2020, otra enfermera del Hospital General Regional no. 2 del IMSS también fue agredida por una persona cercana a su hogar.

De acuerdo con el último reporte de la Secretaria de Gobernación, Observaciones sobre Violaciones a Derechos Humanos cometidas durante la Contingencia Sanitaria por COVID-19, entre abril y mayo de 2020 se registraron 109 agresiones a personal de salud de 29 estados del país, siendo la Ciudad de México y Jalisco las entidades que contabilizaron el mayor número de casos. Querétaro reportó cinco contra enfermeras.

Del total de agresiones, 45 fueron físicas, 25 verbales, dos escritas y 31 de otros tipo. De las 103, 51 fueron dirigidas a mujeres, 26 a hombres y en 26 no se especificó el género.

Además, del 19 de marzo al 9 de junio de 2020, se presentaron 343 peticiones en contra de actos de discriminación relacionados con COVID-19 ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred); de estas, 81 fueron presentadas por personal de salud y estudiantes de medicina. Ocho de las quejas correspondieron a Querétaro.

A nivel internacional, hasta agosto de 2020, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) registró 611 incidentes de violencia, acoso o estigmatización contra profesionales de salud, pacientes e infraestructura médica en más de 40 países; más del 20 por ciento conllevaron agresiones físicas, 15 por ciento incidentes de discriminación debido al miedo y 15 por ciento a agresiones verbales o amenazas.

La cuota COVID del personal de salud en Querétaro

De marzo del 2020 a la fecha han fallecido 38 personas del sector salud del estado de Querétaro. De acuerdo con la directora de Servicios de Salud, Martina Peréz Rendón, dichas personas tenían varios padecimientos como diabetes, hipertensión y obesidad, entre otros.

¡Quédate en casa!

La petición de Elizabeth, Andrea y Roberto para la sociedad es la misma: «Ayúdanos, ¡quédate en casa!», cancela las reuniones, y, de ser necesario salir, implementa distancia y usa en todo momento cubrebocas y gel antibacterial.

«No bajen la guardia y no se confíen. Me da mucho miedo que vuelva a haber otro pico, yo espero que no vaya a ocurrir, pero así como volvimos a escenario y se permitieron muchísimas cosas anteriormente, lo que pasó fue esto, el pico, y viene Semana Santa. Yo lo que les pido, de todo corazón, que amen a su familia y que los protejan. La mejor forma de mostrarle amor a su familia es que te cuides tú primero», pide Andrea.

«Lejos de pensar en nosotros, piensen en su familia, porque desafortunadamente ellos se van con el temor de qué va a pasar después de que ellos ya no estén. Al principio llegaba gente adulta mayor, pero ahorita ya están llegando personas que sirven en la casa, salen a trabajar, y es pensar que una familia se queda sin el sustento para sobrevivir, en la familia que está afuera esperando ver la evolución, o ver la cara de la gente que pasan a identificarlos. Es muy triste», menciona Elizabeth.

«Realmente atiendan a las peticiones que se hacen de la sana distancia, el uso de cubrebocas, gel antibacterial en todo momento, son las medidas preventivas más eficaces que debemos realizar. No a las fiestas, no a las reuniones familiares masivas, que la gente entienda que esto no es un juego, es una enfermedad que va con todo. Que la gente recapacite y obedezca, que tengan responsabilidad con los demás y sus propias familias, porque todos somos un equipo y si lo hacemos bien esto puede disminuir», expresa Roberto.

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