La tarde de los 10 mil gritos

El pasado 8 de marzo, más de 12 mil mujeres se reunieron en Querétaro para gritar por su libertad. Esta es una crónica de la que hasta ahora ha sido la mayor concentración feminista en la ciudad

Crónica de Erika Lozano

8 de marzo del 2022, las mujeres de Querétaro se preparan para homenajear a sus caídas. Marchar es un ejercicio de vigencia social. En la marcha del 8M no hay espacio para la Verdad, con mayúsculas y en singular, patriarcal, opresiva, sino para las verdades. Aquí se mira a la otredad, su lucha, su dolor, el dolor de la injusticia sin resolver, que se te va hundiendo en la carne.

Todo empieza ese mismo día en la mañana. Mi jefe pregunta quién va a ir a la marcha. De pronto deseo alzar la mano y decir ¡yo!, a veces soy tímida, tengo escasas tres semanas en la empresa y tan solo poco más en la ciudad, pero el jefe no obtiene respuesta y comienza a impacientarse.

¿Quién va ir? pregunta en monólogo y nadie responde. El mismo día, el de las mujeres, la empresa cumple también su décimo aniversario. Todo mundo mira atento hacia el pastel. Una voz tímida, en una esquina de la mesa, dice que va a haber violencia. Domina el miedo, miedo a la pandemia, al que dirán, a ser agredidas.

¿De dónde sale la marcha? ¿A qué hora comienza?, ¿Dónde termina? ¿quién ya fue? no conozco a nadie, mejor no, ¿para qué? no tiene caso, nadie hará nada, simpatizan con las feministas, al menos eso parece.

Les digo; hay personas que van solas, acompañadas, en grupos o colectivos organizados, continúo: La experiencia vivencial de ir a una marcha es única, ofrece una abanico de aprendizaje directo de quien lo representa, lo tienen que vivir ¡anímense! Una de mis compañeras dice que irá, me pongo de acuerdo con ella para ir.

Continúo al calor de un pequeño debate sobre el 8M. Trato de animarlas, con un pie adelante y otro atrás, ellas guardan su distancia; se van alejando y poco a poco, nos reincorporamos al trabajo diario.

Se acerca el momento y sigo con dudas. Poco a poco me empodero, mi celular se está quedando sin pila. Mi jefe me impulsa y entonces comprendo que ha llegado mi momento para vivirlo, para denunciar, en el nombre de ella, de mi, de mis hijos, en el nombre de todxs.

-¿Dónde ir?- tengo 4 meses en Querétaro, me oriento ¡Ya está! Sobre avenida Zaragoza, me confunde la soledad de las calles. No hay carros, solo distingo una moto con una poli dando rondín, en espera de que pasen.

Se rompe el silencio

Romper el silencio, el silencio del abuso, del acoso, de la violencia hacia las mujeres. Se acumula la impotencia, el enojo, las ganas de gritar, ser escuchada, lista la bomba de emociones que, evidentemente deben lanzarse a fluir hasta sacar todo lo que se encuentra contenido.

El acto de marchar es la búsqueda de respuestas, redes que recogen denuncias y te dan una razón más para seguir y te convencen de que no estás sola ¡no estás sola, no estás sola! Lugar de encuentro con pares, el 8M es explosión social; ahí se congregan expresiones de la impunidad sin filtros y eso incomoda a muchos.

Mientras caminas, buscas tu lugar, te acomodas entre las manifestantes, recibes también baños de la realidad que te limpian de la toxicidad por la impotencia acumulada, de la frustración en torno a la violencia de género. Aquí, las mujeres sacan lo que no pueden arrancarse en su día a día, aunque les duele, causa agonía. Es el momento justo para hacerlo, lo tomas o lo dejas, es cuestión de decidirse.

En la retaguardia

Tarde soleada, silencios largos en la calles, las personas se confunden, cuchichean, se empieza a escuchar voces a los lejos. Como si tuviera un imán, me siento atraída, me encuentro en la retaguardia. se escuchan porras en coro. Son mujeres firmes, decididas a marchar juntas, no se distingue lo que dicen. A mi izquierda hay una camioneta color gris, atrás, otra de Protección Civil y en los costados, los espectadores, hombres paralizados que no saben si unirse, esconderse o irse a casa, lucen asombrados, atónitos, pero también ofendidos o preocupados. Con sus piernas abiertas, en escuadra y sus brazos cruzados; callados ante lo que se está desarrollando.

Se asoman personas desde su balcón o la ventana. Me acerco a la camioneta que me convence de hacerlo, al ver sus pancartas y les digo que quiero cubrir la marcha. Sin dudarlo les doy mis cosas a cambio un celular para registrar lo que se visualiza y se siente. Un halo de tendederos de denuncia individual y colectiva hablan de forma muy gráfica sobre secuestros, abusos, acosos, pedofilia, feminicidios resolver. El patriarcado que ejerce el poder sobre mujeres vulnerables, amenazadas, bloqueadas por la culpa, la negación de sus familiares o tal vez de sus amigos, a creer que han sido violentadas.

Las consignas

Los automóviles también son una herramienta de protesta, tocan el claxon: pa, pa, papa pa. papa papa pa. Así acompañan a los manifestantes, a vuelta de rueda. Ventanas y parabrisas lucen frases como “por ti, por todas, y por las que ya no están” . Los toldos llevan banderas y lucen pancartas. Las puertas cerradas con el vidrio abajo sirven de asiento mientras se graba o se alza el brazo, agitándolo con el puño cerrado.

Las bicis fungen como acompañantes de las marchistas de a pie, muchas ciclistas traen los brazos rayados con símbolos alusivos al feminismo y al empoderamiento. Las consignas se repiten alzando la voz lo más fuerte que se pueda, se elevan a gritos y tienen eco transformándose en altavoces de sororidades, convirtiéndose en balas y hasta granadas de conciencia disparada a los que observan, cargadas de exigencias y de una fuerza que tumba y atina hasta el más incrédulo. Esas voces son la muerte de la indiferencia y no se cansan de repetir una y otra vez cada consigna, hasta que ya estas sumergida en la inercia y las dices de corrido, son pegajosas como el chicle, en verdad, están hechas para penetrar en las conciencias y habitar el corazón.

¡Esta es tu lucha! gritan las mujeres mientras sostienen cartulinas con nombres de víctimas ¡Esta es tu lucha! La consigna llega al alma. Cada frase adquiere vida más allá del cartón y de las telas, algunas muestran evidente talento artístico, el grabado y el grafitti se vuelven versos de protesta en común. Juntas se vuelven de acero.

Catársis espontánea

¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta, alerta, alerta que camina, la lucha feminista por América Latina!  Las consignas golpean a cada momento, son inesperadas, imprescindibles y se manifiestan cuando alguien se identifica con algún instrumento de los arriba señalados y hacen estallar en llantos combinados con denuncias que se gritan.

Así sucedió con una madre que de un momento a otro pasó de ser espectadora a actora. Pasa de un segundo a otro, cuando varias mujeres abrazan a una mujer en estado de catarsis. Desesperada pide ayude a gritos y el contingente más cercano a ella se percata rápidamente de su solicitud. Ese bloque se une a su llamado, alzando el brazo derecho y lanzando una vez más la consigna contestataria: ¡No estás sola! ¡No estás sola! Luego se callan y escuchan, su voz hace temblar a la tierra.

¡No tenía porqué quedar en manos de un cabrón! Grita entre lágrimas Juliet Ramírez, a cuya hija se la llevó el feminicidio. El contingente se cierra a su alrededor y grita ¡Justicia, justicia, justicia! Todas agitan pancartas y gritan consignas, se solidarizan con su dolor. A mí me golpea su catarsis, me deja el pecho lleno de dolor, hasta que lo hablo con alguien y entonces me libro de él y lo transformo en potencia.

Otra madre, Laura, dice que es la primera vez que viene a la marcha del 8M. Al principio tenía miedo, porque recibió información por redes sociales sobre amenazas para las participantes. En el ambiente aún pesa el sábado 5 de marzo, cuando un partido de Gallos contra Atlas terminó con varios heridos, todos a manos de hombres. Sin embargo Laura superó su miedo para acompañar a Sofía, su hija, pues para ella es muy importante la marcha.

Cuando llegamos a la plaza constitución, Laura me expresa sus sentimientos y dice que quiere llorar de la emoción por estar ahí. +

Esta tarde fue sublime” , dice Laura “Vi un movimiento de mujeres de todas las edades con mucho sufrimiento de por medio y dispuestas a defender sus derechos. Poco a poco me fui conectando con todas y era un grito y una emoción colectiva donde pedimos respeto y el fin de tanta violencia y femicidios y violaciones. Y esto se convirtió en una fuerza total de cientos de mujeres. Yo quedé cautivada, comprometida y pude entender y ser empática al 100% con todas ellas y en especial con mis hijas. Para ellas era muy importante que yo fuera porque sabían que me iba a llegar al corazón. Gracias a Dios todo se dio en orden y respeto y fue la mejor decisión que tomé al haber ido. Hoy me siento muy comprometida para apoyar este movimiento para ser una portadora de esta increíble experiencia. Me quedé impactada porque sabes que hay mucha, mucha violencia, pero cuando lo escuchas de viva voz entiendes tanto sufrimiento” .

La marcha fue convocada por parte de las colectivas de Querétaro. Se dio a conocer en el grupo de feministas de Querétaro en Facebook. El contingente con el que marché partió de plaza de la constitución, dando vuelta en el tanque de Querétaro y regresando al punto de partida.

Acudieron los colectivos de Bloque Negro, Femana, Abogadas feministas, colectivos de menores de edad y muchos más. Para mí, ir a marchar es ser vulnerable y fuerte al mismo tiempo, alzar la voz en nombre de las que no están y mostrar que a pesar del miedo vamos a seguir luchando. En ese momento, calculé que éramos mil o dos mil las marchantes, una vez en casa, descubro que en realidad éramos 12 mil mujeres ese día en las calles. Entonces, agradezco el acompañamiento a todas y a Laura y Sofía, el aventón de regreso a casa.

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