Por Erika Lozano
En la frontera polaca con Ucrania, a escasos metros de uno de los mayores conflictos que hay en este momento en el mundo, trabajan dos mexicanos que, desde sus trincheras, son solidarios con los ucranianos, tártaros y rusos forzados a desplazarse para salvaguardar sus vidas.
A casi un mes de la invasión que ordenó Vladimir Putin contra el territorio ucraniano, el internacionalista Sergio Omar Flores y el antropólogo Héctor Quintanar Pérez hacen lo posible no sólo para documentar la tragedia, sino también para socorrer, en la medida de sus posibilidades, a las familias que huyen a veces sin la seguridad de poder volver atrás.
Desde que inició el conflicto, más de dos millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus viviendas, que estaban sobre territorio ucraniano. Muchos de estos hogares ya no existen. La artillería rusa y sus bombas de alto poder han erradicado del mapa el patrimonio que millones de ucranianos y personas de otras etnias consolidaron a través de toda una vida.
Para algunos de estos desplazados, los de mayor edad, hay cierto sentido de deja vu en el entorno. Solo 80 años atrás, la misma región era asediada militarmente por un mal distinto aunque, en sus efectos, similar al que la azota hoy en día. Las hordas nazis de Hitler invadieron la Unión Soviética en junio de 1941. Uno de los territorios que atravesaron fue lo que hoy es Ucrania. El ejército rojo, bajo el comando de Yosif Stalin, hizo lo propio y Ucrania quedó así entre dos frentes. Las consecuencias, como es de suponerse, fueron demoledoras.
Sergio Omar Flores es originario de la Ciudad de México, desde joven colabora con el grupo de voluntarios Topos, que desde hace 37 años se especializa en acciones de búsqueda y rescate en situaciones de riesgo. Con más de 8 años como residente de Polonia, Omar ha prestado sus servicios en el cuerpo de bomberos en la ciudad de Chelmno, sin embargo, hoy la vida lo ha conducido por otro camino, pasando de ser un especialista en desastres naturales a uno en desastres producidos por la acción bélica del ser humano.
Preocupado por la condición de los miles de ucranianos que a diario llegan a Polonia, Omar decidió organizarse con otros voluntarios para abrir y asistir en los refugios. Sin embargo, la saturación provocada por el elevado número de personas refugiadas lo condujo a comenzar a hospedarlos en su propia casa. Esta cercanía con el conflicto y con las personas que lo padecen le han dado una perspectiva profunda sobre lo que sucede en Ucrania, a la par de que lo han vuelto escéptico ante las justificaciones que el presidente ruso Vladimir Putin ha lanzado sobre la ofensiva.
“En los discursos, el presidente Vladimir Putin refiere a los bombardeos y ataques cerca de la frontera en Ucrania, como ataques intervención militar temporal. Sin embargo, diario se desplazan ucranianos a Polonia, no es posible que siga pensando que no está en medio de una guerra; además en Alemania se han cerrado las fronteras, no reciben a refugiados por el temor a que se expanda el conflicto a la Unión Europea, hay rumores de que se están usando armas químicas prohibidas, que contienen amoniaco, esto lo suponemos por el tipo de heridas que se atienden en los campamentos”, señala.
En el mismo sentido, no puede evitar elogiar el valor humanitario del pueblo polaco, que también vivió una situación similar a inicios de la Segunda Guerra Mundial, cuando la ofensiva de Hitler sobre su territorio en 1939 culminó con un elevado número de muertos y desplazados.
“Hoy, Polonia está haciendo por Ucrania, lo que nadie hizo por Polonia en 1939”, dice un post en el Facebook personal de Flores.
Aunque cada vez son más las personas que se suman a ayudar a los ucranianos en la frontera polaca, Omar insiste en que hacen falta manos, pues también aumenta día con día el caudal de familias ucranianas que escapan de la violencia que en menos de un mes ha transformado radicalmente a su país.
Por otra parte, la tensión que se vive en la propia Polonia crece cada día más y más, pues llegan constantemente rumores desde las cercanas repúblicas bálticas -Estonia, Letonia y Lituania– que sugieren que en cualquier momento podría desencadenarse una ofensiva violenta en esa parte de la antigua Unión Soviética.
El fotógrafo de la tragedia
Durante gran parte de su carrera periodística, el fotógrafo y antropólogo Héctor Quintanar Pérez trabajó para México Desconocido, una popular revista de divulgación para dar a conocer las maravillas naturales y arquitectónicas de nuestro país. Sin embargo, desde hace tiempo se ha interesado por dar cobertura a conflictos en regiones como Veracruz y Guerrero.
Hoy, el destino lo lleva a más de 10 mil kilómetros de distancia, a territorio polaco, donde lleva destacado poco más de dos semanas con la intención de informar de primera mano sobre lo que sucede en la frontera con Ucrania.
El pasado 18 de marzo, la escalada en el conflicto entre ambos países lo condujo a postear en su cuenta personal de Facebook:
“Los ataques en el frente Oeste de Ucrania se han intensificado. Ahora mismo está siendo bombardeado una zona aledaña al aeropuerto de Lviv, que hasta hace poco se consideraba una ciudad segura para los refugiados y desplazados, quienes siguen volteando hacia Polonia para salvaguardarse de los bombardeos que cercan cada vez más a la población civil y por lo tanto al ejército también”.
En una pequeña entrevista vía messenger, Quintanar dijo que en Ucrania hay registro de bombardeos a hospitales y a una escuela, por lo que ahora hay entre dos y tres millones de refugiados en Polonia, aunque cada día siguen llegando más.
“ Las centrales de camiones y de trenes están saturadas, solo tengo conocimiento de dos refugios en Przmysl: un centro comercial que se ha convertido en centro de refugiados, y hay otro en Medika” , señala con preocupación mientras espera que lleguen los anhelados acuerdos de paz y que se se solucione este desolador panorama internacional.
¿Qué provocó esta guerra?
Trazar un origen preciso del conflicto que atraviesa Ucrania en este momento es una operación compleja. Desde la época zarista, los países han compartido una historia en común, pero también profundos desencuentros marcados tanto por cuestiones étnicas como lingüísticas y culturales. La tensión que se vive en estos momentos obedece a estos factores pero también a otros como la cercanía mostrada por autoridades ucranianas hacia occidente y la Unión Europea.
Mientras que en occidente se considera que la guerra es una invasión alevosa, con las consecuentes sanciones para las autoridades rusas, el presidente de ese país, Vladimir Putin, ha señalado reiteradamente que en realidad solo busca evitar el despliegue de la OTAN en territorio ucraniano, así como proteger a los rusos étnicos, que son minoría en Ucrania. Sin embargo, tal como lo ilustran los testimonios que han encontrado Flores y Quintana, las acciones del ejército ruso sobre Ucrania han producido un severo impacto en la población civil, desencadenando una tragedia cuyas consecuencias aún están por verse, pero que ya se refleja en familias rotas y desplazamientos forzados.