Durante las “mañaneras” del presidente mexicano López Obrador, no es inusual la participación de varios funcionarios públicos que exponen avances sobre ciertos temas de la agenda nacional y, entre ellos, está uno que posiblemente varios de nosotros hemos escuchado: la repatriación de bienes culturales, pero ¿de qué va eso?
Para poder atender un problema, primero es necesario identificar qué es lo que afecta, en este caso es nuestro patrimonio cultural, el cual se clasifica en monumentos (obras, elementos o estructuras de carácter arqueológico o derivados), conjuntos (grupos de construcciones aisladas o reunidas) y lugares. En segundo lugar, es importante entender que el problema de tráfico ilícito de estos bienes, en específico los clasificados como monumentos, es uno de varias décadas, llegando a ser tipificado como delito en 1972 por la UNESCO.
Tráfico Ilícito de Bienes Culturales: una red criminal.
Si bien la venta de nuestro patrimonio en ocasiones es relacionada a eventos aislados o situaciones individuales, el verdadero problema no es consecuencia de esta primera etapa, sino de su transformación y evolución a gran escala; Bokova (s.f.) nos menciona que esta situación “ha cobrado las dimensiones de un mercado mundial alimentado por los robos llevados a cabo de modo cuasi industrial por bandas de delincuentes organizadas, (…) que hacen como si el patrimonio cultural de la humanidad fuera un autoservicio”.
Para comprender la complejidad del TIBC, es de mucha utilidad usar las tres dimensiones de análisis presentadas por García (s.f.) en su investigación Dimensión social del tráfico ilícito de bienes culturales:
- Cadena de Involucrados.
Es importante recalcar que tratamos con una situación ilícita, por ende su vigilancia —y regulación— se complica. Recordemos que el tráfico ilícito no se desarrolla específicamente entre Estados. Ni México se dedica a exportar bienes culturales, ni tampoco Alemania se dedica a ello, el tráfico ilícito se hace entre personas, por lo que los órganos gubernamentales e institucionales que poseen el poder para combatir estas actividades se encuentran constantemente atados de manos.
Detrás de este fenómeno se encuentra una gran red de activos que van desde huaqueros (como se les conoce a las personas que realizan las excavaciones ilícitas para después ubicarlas en el mercado de coleccionistas, se dice que realizan “huaquerismo”), hasta comerciantes, coleccionistas y profesionales del área susceptibles al soborno, lo que en varias ocasiones se gestiona bajo una red criminal organizada.
De acuerdo con la UNESCO, México es de los países americanos más afectados por el TIBC, la afectación es tan grande que es imposible relegar el tráfico a situaciones aisladas, pero curiosamente, las investigaciones que conectan las redes criminales mexicanas a este delito son muy limitadas. Fue apenas a finales del siglo pasado cuando se planteó la idea de que el fenómeno se ha sumado a las actividades de las redes de crimen organizado, inclusive llegando a la conclusión de que los narcotraficantes utilizan los mismos medios de transporte para el tráfico de drogas que para el tráfico ilícito de bienes culturales, no obstante, investigaciones más recientes reafirman lo postulado hace poco más de veinte años, mencionando la existencia de indicios de que las redes trafican con bienes culturales con el fin de obtener beneficios económicos; asimismo, que ciertas actividades relacionadas a ellas influyen más en la aparición del fenómeno. De hecho, este último punto es el reflejo de un consenso internacional, en el cual se ha llegado a la conclusión que varias ventas provenientes del TIBC han financiado grupos terroristas, lo que lleva a este crimen a ser tratado como asunto de seguridad internacional.
Sin embargo, regresando a nuestra realidad mexicana, el área de investigación para comprender la complejidad de este fenómeno es escasa y deja un amplio hoyo de dudas dentro de dos problemas que son apremiantes en nuestra realidad, como lo son el crimen organizado, más específicamente el narcotráfico y el TIBC.
- Inclusión de bienes al mercado de manera “legal”.
Debido a que existen regulaciones internacionales para proteger a los bienes culturales ya registrados, las redes criminales han buscado vacíos legales para facilitar el robo de estas, en específico el considerado como ‘anonimato’, es decir, extraer de raíz las piezas antes de ser declaradas como descubiertas, lo que hasta cierto punto las hace invisibles para la jurisdicción de estos bienes. El aparente anonimato que estos productos presentan ante las autoridades competentes los hace especialmente atractivos a todas los involucrados en esta red (aquellos mencionados en el apartado anterior), ya que facilita el crimen con la creación de documentos de propiedad falso o realizados por medio de instituciones verificadas que poseen funcionarios que apoyan a la red de corrupción de sus países, lo que fortalece la rentabilidad de esta actividad a una escala global.
Para tratar de superar este supuesto anonimato el Consejo Internacional de Museos (ICOM por sus siglas en inglés) publicó, en el 2002, una alerta documentada sobre el TIBC, conocida como la Lista Roja de Bienes Culturales en Peligro, la cual saca anualmente (aproximadamente) y la divide por regiones. En esta lista se muestran de manera detallada, no objetos robados, sino fotografías que ilustran las categorías de bienes culturales que son objeto de tráficos ilícitos, de tal manera que tanto el público como las autoridades competentes puedan estar vigilantes ante cualquier objeto que pueda pertenecer a cualquiera de las categorías.
- Permisividad social al delito.
En el caso latinoamericano y mexicano en particular, el factor social es de suma importancia. No es casualidad que los países más afectados por el TIBC son países con una gran desigualdad social y económica dentro de su sociedad, hay que recordar que toda cadena tiene un comienzo y en estos casos es la misma ciudadanía.
Retomando la investigación de Cano & Romero (2019), se puede concretar que en la medida en que el rezago económico de la población es mayor, mayor es la frecuencia del fenómeno, debido a que la población en pobreza se puede involucrar en el problema con el fin de obtener un beneficio económico. Pero no es la única arista dentro de la figura de esta situación, también los bajos niveles educativos, la falta de sensibilización y conciencia sobre la importancia de los bienes culturales deben ser considerados. Junto a esto es necesario retomar la primera parte de este apartado, que en el caso mexicano la operación de diversas redes del crimen organizado, las cuales tienen como principal objetivo el lucro, también juegan un papel en el respaldo de este crimen.
¿Por qué es importante vigilar esta red?
Como pudimos observar, el TIBC es un problema latente en el escenario tanto local como internacional, el cual afecta en diferentes dimensiones a básicamente todos los individuos, su proceso y consecuencias permean nuestro diario vivir.
Desde la perspectiva del capital humano/cultural, se hace evidente la imperatividad de la atención a este problema ya que afecta directamente a nuestra identidad, fragmentando nuestra perspectiva humana sobre quiénes somos y de dónde venimos. Desde la perspectiva del crimen organizado, el presidente de la República en un comunicado de prensa (2020) mencionó que, en términos económicos, la UNESCO calcula que el comercio ilícito de bienes culturales ocupa el tercer lugar en actividades ilegales, solo superado por el tráfico de drogas y el de armas.
Retomando la investigación, en conclusión para el caso mexicano aún hay mucho que desear en relación a las respuestas de los cuestionamientos que se generan en torno a las redes criminales que operan en el territorio nacional y su conexión con este tráfico, así como en lo referente a una legislación competente y fuerte que ayude a la protección de nuestro patrimonio.
por Ana Sofía Álvarez
Referencias y lectura recomendada:
Bokova, I. (s.f.) Poner coto al tráfico ilícito de bienes culturales. México: Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. [online] Disponible en el acervo de la Biblioteca Jurídica del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Bonilla, J. (2021). “«El patrimonio cultural no tiene precio»: México ha repatriado más de 5 mil bienes culturales”, Capital 21, 27 septiembre. Disponible en “El patrimonio cultural no tiene precio”: México ha repatriado más de 5 mil bienes culturales | Capital 21 | NOTICIAS (cdmx.gob.mx)
Brodie, N. (1999). “The Concept of Due Diligence and the Antiquities Trade. Culture Without Context”. The Newsletter of the Illicit Antiquities Research Centre 5, 12-15. Recuperado de https://traffickingculture.org/app/uploads/2012/07/CWC-5.pdf
Cano, R. & Romero, T. (2019). “Tráfico ilícito de bienes culturales en redes de crimen organizado en México”, Estudios sobre Conservación, Restauración y Museología. [online] 6, 28-40. ISBN: 978-607-539-276-9.
Ponce, G. (2015). La explotación de bienes culturales en México. Aspectos jurídicos y sociales. Ciudad de México: II Foro de Economía y Cultura. Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Suárez-Mansilla, M. (2020). ¿Sirve el tráfico ilícito de bienes culturales para financiar el terrorismo? Revista d’Arqueologia de Ponent 30 [online] 30, 309-336. ISSN: 1131-883-X.