¿Te imaginas tener que disculparte ante miles de personas desconocidas por estar en una relación y ser feliz en ella? Aunque suene muy descabellado, realmente sucedió. Tras la filtración de su relación (que era secreta al ojo público), Karina, una idol, como se les conoce a los artistas de kpop, escribió a sus fans una carta pidiendo disculpas por tener pareja, esto después de la ola de odio que recibió por parte de muchos de sus fans que incluso fueron a la empresa del grupo a reclamar, “¿no te es suficiente con nuestro amor?” .
Curiosamente no es la primera vez que sucede; el hecho de que los idols o artistas de esta industria surcoreana en general no deban tener pareja, es una idea muy presente y nada novedosa en el ámbito. Los estándares con los cuales se juzga a un artista son muy altos; se espera que dediquen todo su tiempo al arte y a los fans, en especial a estos últimos, principalmente bajo el pensamiento: “yo te hice famoso, mantenme contento y no perderás tu fama”. Obviamente, no es una idea seguida ni apreciada por la mayoría de los fans, pero sí es recurrente, en especial cuando esta nutre el cómo se vende a los grupos fuera del contexto de su música, es decir cuando van a entrevistas, generan contenido para redes y todo el universo del mundo del entretenimiento, como lo son reality shows o premiaciones.
La experiencia de ser fan de un grupo es presentada como única, casi exclusiva para el nicho, se genera una dinámica de pseudo-exclusividad para el grupo de fans la cual comienza con nombrarlo y darle un significado más allá de sólo ser fan, sino también alguien que es relevante. Este sentimiento de pertenencia e identidad se nutre constantemente con la cantidad de contenido que el grupo de kpop o el idol presente a su público, y como es necesario no sólo captar su atención sino también mantenerla, el contenido referente a esta industria es novedoso y está disponible durante casi las veinticuatro horas del día. Pero, ¿por qué sucede esto?
Siguiendo esta línea de innovación y necesidad de no perder la conexión de los fans, la industria del kpop es altamente invasiva con sus artistas, si utilizas algún buscador en internet puedes encontrar fotos o videos de casi cualquier idol comiendo, jugando, ensayando o hasta durmiendo, y por lo general va a ser contenido oficial o autorizado por la empresa a la que pertenecen. La intención detrás de publicar ese contenido es que como fan sientas que el idol es tu amigo personal, o incluso la interacción oscila en hacer creer a quien consume el contenido que en algún momento puede llegar a existir una relación romántica. En ciertas interacciones, la cámara se convierte en una persona con la cual el artista convive y, en otras, son ojos que observan interacciones personales entre miembros de la banda o diferentes personas, principalmente el staff de la empresa. Además del material videográfico, muchas de las sesiones de fotos que se realizan tienen cierto aire de personalidad al imitar las expresiones y ángulos que un amigo haría si te estuviera enviando una selfie.
Es debido a este constante bombardeo de información y la relativa facilidad de tener acceso a ese contenido, que sientes como si conocieras realmente quién es la persona detrás del artista. Una vez que el fan hace match con él, entra la empresa y te vende su mercancía, que va más allá de lo material, con experiencias y más contenido donde se reafirme este sentimiento de exclusividad del fan con el artista, ya que hasta cierto punto se hace creer que existe una relación bilateral entre ambos, creando así una relación parasocial, la cual nutre toda la industria que lo rodea.
Las relaciones parasociales son aquellas establecidas entre los espectadores y los personajes, estos últimos pudiendo ser personas reales o ficticias. Son conexiones imaginarias que surgen sin la necesidad de una interacción real o directa (el cual es el punto central que explica estas relaciones), usualmente provienen de sentimientos de admiración y afecto. Este tipo de relaciones nacen cuando una persona se encuentra en constante exposición a dicho personaje o persona, tanto por medios de comunicación y redes sociales, como por el arte o deporte que practica. Sin embargo, también puede existir una relación parasocial con personas de nuestro entorno, como por ejemplo cuando nos gusta alguien y generamos toda una relación sin siquiera conocer o realmente relacionarnos con dicha persona.
¿Cómo se traduce esto a los artistas? La gran cantidad de contenido que estos muestran en las diferentes plataformas genera un sentimiento de familiaridad por parte de la audiencia, el cual provoca lazos y conexiones afectivas, que resulta en este sentimiento de “yo lo conozco”, el cual es enteramente el núcleo del marketing de la industria kpopera.
Hasta cierto grado, las relaciones parasociales son normales y relativamente sanas, ya que son las responsables de que te emociones cuando tu artista favorito gana un premio o te entristezcas cuando a este le suceda una tragedia. No obstante, la línea hacia un lado más oscuro es una muy delgada, por lo que existen casos emocionales como el de Karina o monetarios como la presunta baja de precios de los artículos referentes a un idol cuando este anuncia que está en una relación, ya que esto genera una de dos: el rompimiento de la presunta relación entre el fan y el artista o la ruptura de confianza del mismo. Otro de los efectos secundarios más alarmantes es el alto número de sasaengs, como se le conoce a los acosadores en la industria del kpop, que la mayoría de los grupos tienen, que puede llegar a oscilar entre más de cien personas.
Situaciones como las anteriores convierte a esta conversación en una complicada porque esas acciones refuerzan el estereotipo de las “fanboys y fangirls locos del kpop” que llevan al extremo la admiración por el artista y tienen comportamientos tóxicos en y hacia su entorno, todo en supuesto amor por él.
Es entendible que exista pasión hacia lo que te gusta, en especial si es una parte muy importante de tu vida, pero llevarlo al extremo daña y afecta a quienes te rodean y sobre todo, a ti mismo. Este fenómeno no es exclusivo a la industria del kpop, permea en todas las áreas del entretenimiento (como los casos de personas que se han casado con personajes ficticios), los deportes (alguien que crea que su mejor amigo es Messi) o las redes sociales. No obstante, debido a la creciente cantidad de seguidores nuevos de la industria (con relativa reciente popularidad a nivel internacional), el porcentaje de casos ha aumentado proporcionalmente.
Que este problema sea puesto sobre la mesa y el hablar sin tabúes, es el primer paso para atenderlo. Cada vez es más común que los propios artistas pongan límites fijos o ellos mismos decidan hasta qué punto desean compartir su vida, por lo que queda ver hacia dónde llevará a la industria los pequeños cambios que se hacen desde adentro.
Ana Sofía Rivera Álvarez