por Lu García
La inflación es un tema que continúa causando aprietos en los hogares mexicanos debido al encarecimiento de los productos, constante en lo que va de 2022.
Cabe recordar que esta depende de muchos factores tanto mundiales, de contexto, producción, importaciones, exportaciones, la sobredemanda de un producto o servicio o la escasez del mismo, así como del tipo de cambio y la devaluación de la moneda.
Como todos lo sabemos, porque lo vivimos, el deterioro en los bolsillos comenzó en 2020 por el confinamiento causado por la pandemia de COVID-19.
Ahora, dos años después, las secuelas persisten, el contexto económico sigue siendo complejo, no igual. Esto, aunque los gobiernos, de la mano con los bancos, han intentado implementar políticas para revitalizar la economía; sin embargo, este esfuerzo no ha sido suficiente, ya que se ha sumado el conflicto militar ruso-ucraniano que inició en febrero de este año y que, como sismo, ha ido afectando las cadenas de suministro y por lo tanto, la economía de cada rincón del mundo, causando inflación, problemas en el comercio e incertidumbre en los mercados.
Al mismo tiempo, los planes de estímulos sin precedentes, tanto fiscales como monetarios, están empujando al alza las expectativas de recuperación de la economía, animando aún más el incremento de los precios.
Tan solo en julio de este año se rompió récord inflacionario en México, la inflación general anual se colocó en 8.15 por ciento, de acuerdo al Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), algo que no sucedía hace 21 años. Mientras, en el mismo periodo del año anterior, la inflación anual fue de 5.81 por ciento, esto de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística.
Las proyecciones de los especialistas fueron rebasadas y es que para la primera quincena de agosto se continuó rompiendo récords, la tasa anual de la inflación generalizada se ubicó en 8.62 por ciento, presentando un aumento de 0.42 por ciento respecto al mes pasado.
El rubro más castigado continúa siendo el de los alimentos como legumbres y verduras frescas, así como la tortilla que aumentó 37.6 por ciento.
Ante esta presión inflacionaria, la junta de gobierno del Banco de México (Banxico) aumentó la tasa de interés a 8.50 por ciento, su nivel más alto desde que en 2008 adoptó la estrategia de política monetaria basada en objetivos de inflación.
Desde los dos últimos meses del 2021 y los que van del presente año, el índice de inflación ha acumulado porcentajes por arriba del 7 por ciento y ahora, ya vamos por encima del 8 por ciento, lo que vino a duplicar las perspectivas de Banxico que proyectaba para el presente año una inflación anualizada del 4 por ciento.
Pero eso no es todo, seguirá al alza la inflación, según estimaciones del mismo Banxico y será hasta 2024 cuando, por fin y probablemente, llegue al objetivo de 3 por ciento.
Ahora bien, esto no solo tiene un alcance nacional, sino global. Las afectaciones no solo son a ciertas esferas sociales, la realidad es que toda la población está siendo golpeada por esta inflación, aunque los peores efectos los absorben las familias con menos ingresos pues cuando hay una escalada de precios, la capacidad de compra de la canasta básica se ve severamente impactada.
La desaceleración de la actividad económica, la lenta y desigual recuperación de los mercados laborales y la presión inflacionaria (especialmente en alimentos y energía) es la conjunción de factores que aumentará los niveles de pobreza e inseguridad alimentaria, así lo destaca la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL.
Y, ¿quién no consume huevo o papa, tal vez aguacate, uvas, cebolla, chile poblano, jitomate, tomate verde y/o chayote? ¿Quién no acude de vez en cuando a una lonchería, tortería o tal vez taquería, restaurante? La mayoría de la población adquiere alguno de estos alimentos o acude a alguno de estos sitios que fueron algunos de los que impactaron en el INPC en julio. Cabe destacar que la inflación interanual en los primeros 15 días de ese mes se ubicó en un 8.66 por ciento, esto en el INPC de la canasta básica, porcentaje máximo histórico en poco más de 20 años.
Por lo pronto el lunes 15 de agosto, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) dio a conocer que Gruma, el mayor fabricante de productos a base de maíz a nivel mundial y la mayor empresa de harina en el país estaba orillando a las tortillerías a incrementar sus precios al público, al incrementar el precio de la harina de maíz nixtamalizado.
Datos del Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (SNIIM) de la Secretaría de Economía, señalan al 17 de agosto, que el precio del kilo de tortillas de maíz en tortillerías de Querétaro se vende en 21.83, mientras que en tiendas de autoservicio en 12.87 pesos.
En el territorio nacional, el precio promedio en tortillerías es de 21.21 pesos por kilo, mientras que en tiendas de autoservicio tiene un costo promedio de 13.65 pesos por kilo.
El presidente Andrés Manuel López Obrador incluso hizo un llamado a empresas particulares para buscar fórmulas en consenso que permitan controlar la inflación en alimentos. Como parte de esto, el gobierno federal y diversas empresas acordaron el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (Pacic) anunciado en mayo y que consistía, a grandes rasgos, en mantener los precios de 24 productos de la canasta básica.
Entre otras cosas, se comprometió a mantener subsidios a las gasolinas y a conseguir fertilizantes a mejores precios, mientras que diversas empresas, precisamente como Gruma y otras transnacionales, como Grupo Bimbo, acordaron mantener sin aumentos los precios de varios productos, como los de consumo regular entre los mexicanos; tal es el caso de la harina de maíz y, para el caso de la panificadora mexicana, el pan blanco de caja, excluyendo el resto de productos y marcas.
Sin embargo, los granos y cereales presentan alzas considerables a raíz de la guerra entre Rusia y Ucrania, potencias globales en cuanto a la producción de estos insumos para diversos alimentos y para la dieta de animales. Hace unas semanas ambos países, mediados por la Organización de las Naciones Unidas, llegaron a un acuerdo para darle salida a la producción ucraniana de este tipo de insumos.
¿Cuánto tiempo será de cuidar los pesos y centavos? Es literalmente una moneda al aire, pues la inflación fluctúa y depende totalmente, aunque resulte un tanto absurdo, de las expectativas de esta misma inflación, debido a que empresas se anticipan a lo que puede suceder para protegerse.
Es probable que ocurra un fenómeno conocido como la espiral de precios y salarios, que se refiere a la posible persistencia de la inflación y al crecimiento de los sueldos. Cuando la inflación se mantiene alta, empieza a preocupar a las personas acerca de los precios de los bienes y servicios en el futuro, lo que presiona sus expectativas al alza. Por ejemplo, si la población esperaba que los precios del próximo año crecieran en 4 por ciento, pero empiezan a notar una inflación cada vez más elevada en el presente, entonces modificarán sus expectativas: creerán que los precios del futuro también subirán.
Recientemente el presidente de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), Luis Munguía Corella, afirmó que tiene un gran reto para finales de este año, que es tratar de llegar a un consenso con el sector obrero y patronal para aumentar el salario mínimo el próximo año y es que la nueva meta para finalizar el sexenio es de 260 pesos, lo que implica un incremento de 50.4 por ciento respecto del nivel de 172.87 pesos vigente este año.
Este ajuste se debe a la inflación, pero, es precisamente la inflación la que pone en peligro el nuevo objetivo.
Mientras tanto, economistas destacan que la inflación podría bajar luego de que en Estados Unidos en el mes de julio llegó al 8.50 por ciento, por debajo del 9.1 por ciento que registró un mes antes y esto es relevante pues desde nuestro vecino del norte vienen las cadenas de suministro globales. Además, destacan que el hecho de que Ucrania haya llegado a un acuerdo con Rusia para permitir la exportación de granos (como el trigo y maíz), es clave para ayudar a bajar la presión de los precios sobre los alimentos.
Para que México tenga mejores tasas de crecimiento y un futuro económico más alentador es necesario generar empleos y atraer un mayor número de inversiones, algo que no es tan descabellado, pues tenemos una gran ventaja, nuestro vecino del norte es Estados Unidos y cada vez más empresas quieren tener su mercancía más cerca de ese mercado.
Mientras no se eleven las anclas que frenan a los sectores domésticos, el desempeño de la economía seguirá dependiendo de un sector externo que ve olas en el horizonte. Es apremiante actuar ahora para evitar una recesión después, así lo destaca el Instituto Mexicano para la Competitividad, IMCO.
Por lo tanto, si los líderes, además de poner en marcha políticas para revitalizar las economías, también abordan las prioridades compartidas a corto, medio y largo plazo, existe la posibilidad de aumentar la confianza y crear resiliencia, ingredientes clave para la salud económica actual y la del futuro.
Claro está que una forma de recuperación más equitativa es comprometerse a realizar inversiones sostenibles en las economías con escasa financiación. Aunque es posible que la recuperación tarde años en la mayoría de las economías emergentes y en desarrollo, si no se aborda esta discordancia no sólo habrá graves consecuencias económicas mundiales, sino también humanitarias.
