El claroscuro de Nosferatu

Reseña de la película “Nosferatu”.

Nosferatu (2024), la nueva película de Robert Eggers, es no sólo fiel a la versión de hace un siglo, sino también a lo que el director nos ha dado en sus obras anteriores, pues se toma el tiempo de contar la historia y de presentar a los personajes para que el espectador pueda empatizar con ellos. La dirección es sin duda algo que Eggers hace con maestría, tanto en los planos lentos y llenos de vida que retratan el ambiente de la actual Alemania a finales del siglo XIX, como en las actuaciones. Al respecto, cabe resaltar que Lily-Rose Depp destaca en cada una de las escenas donde sale a cuadro, pese a haber sido el reemplazo de Anya Taylor-Joy, quien por temas de agenda no logró ser parte de la cinta, y no sería de extrañar que figure el próximo mes en las listas de nominadas a los Oscars 2025 debido a la carga emocional y corporal que muestra en cada una de las escenas, principalmente al sentir la presencia de Nosferatu, interpretado por el actor sueco Bill Skarsgård, quien da una gran presencia en pantalla al conde Orlock.

Igualmente fiel al horrible inicio de Drácula (1897), con el lúgubre carruaje bordeado de lobos mediante el que Thomas Hutter (Jonathan Harker en la novela) llega al castillo del conde, el espectador puede preguntarse cómo es que el resto de la historia podrá contarse tan sólo en un par de horas, con el mismo detalle y ritmo. Esta duda se resuelve rápidamente en la película, con el actuar errático del conde, que no deja lugar a la cortesía propia de un anfitrión, que se habría llevado algunos minutos del largometraje, pero sobre todo con el personaje de Ellen Hutter (Lily-Rose Depp), que contiene en una sola mujer las características y cualidades de Mina Harker y Lucy Westenra (Drácula, 1897), así como insospechados pecados, defectos que le dan complejidad y agencia. En Nosferatu, lo femenino no sólo es el medio para terminar con el mal, sino también el fin, el objetivo del vampiro, e incluso el origen. Así, Mina Harker es más que un vehículo para saber del conde a través del trance, y Lucy Westenra no muere dos veces contra su voluntad, pues ahora es Ellen Hutter quien toma la decisión de redimirse y de terminar con la plaga.

Sin restarle maestría en el tratamiento de los personajes de la novela en que se basa, en Nosferatu (2024) la mujer no es el recipiente que se vacía de sangre hasta la muerte, y la salvación de su alma no queda en las manos de los hombres a su alrededor. Retomando los pasos que Lucy Westenra y Mina Harker recorrieron a finales del siglo XIX, Ellen Hutter elige su destino. No es pura, no es débil y no cumple con el arquetipo de doncella que merece la salvación, más bien es un personaje completo, con el que podemos empatizar y al que podemos juzgar simultáneamente, que nos permite adentrarnos en su soledad, en su deseo y en su desesperación.

Además, el resto del reparto incluye a Aaron Taylor-Johnson (Profesión peligro) como el comerciante Friedrich Harding; Emma Corrin (Deadpool & Wolverine) como su esposa Anna Harding; Ralph Ineson (La primera profecía) como el Dr. Wilhelm Sievers; Simon McBurney (El conjuro 2) como Herr Knock, el jefe de Thomas, quien a su vez es interpretado por Nicholas Hoult; así como de Willem Dafoe (El faro) como el profesor Albin Eberhart Von Franz.

La fotografía es un apartado que destaca en toda la película, los tonos metálicos de la noche y las escenas que parecen ser solamente iluminadas con velas o antorchas son un deleite, la profundidad de oscuridad nos hace adentrarnos en la historia y nos mantiene expectantes al suspenso y esto sin duda gracias al trabajo del gran Jarin Blaschke, quien repite por cuarta ocasión con Eggers y da cátedra del manejo de la luz en ambientes oscuros y de composición, centrándose en los planos medios y close ups que muestran lo tétrico y repulsivo que puede llegar a ser el monstruo Nosferatu.

Blaschke hace un despliegue técnico usando el filtro que en cintas anteriores ya ha usado en la filmografía de Eggers (El fato, El hombre del norte) que bloquea la luz roja, dando ese toque metálico-azulado a las escenas nocturnas y contrastando más la atmósfera donde la penumbra es la protagonista. La propuesta sonora es algo de lo más destacado, pues escuchamos desde el viento que despierta en medio de la noche a la protagonista hasta el aliento del conde Graf Orlock, sin dejar de lado los ruidos que acompañan a la oscuridad o al galope de una carreta. La corona del pastel la coloca Robin Carolan, con la música orquestal que envuelve cada una de las escenas y termina de dar ese look gótico a la cinta, englobando y creando una película tan circular (artísticamente hablando) que sin duda será referente en los próximos años para los amantes del terror y siendo una de las favoritas para la próxima temporada de premios.

Isaí López y Andrea Leal

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