RETIRAR EL DAÑO: contra el punitivismo y la cancelación

Tú puedes elegir romper la cadena de punitivismo.

Las personas que participan de la cultura de la cancelación son punitivistas, no buscan justicia, son unos farsantes desesperados por un rumbo en sus vidas. Son parte del problema. Aquellxs que ejercen el punitivismo contra sus pares están encarnando al juez, al policía, al soldado, al militar, a la cárcel, al sacerdote, a la iglesia, a la inquisición, al estado, al fascismo, al poder. Aquellxs que ejercen el punitivismo son una extensión de ese veneno y por lo tanto son profundamente patriarcales y racistas, están profundamente blanqueadxs, sostienen la colonialidad sobre sus hombros y esparcen ese daño con sus lenguas.

Todxs nos hemos equivocado, quizá hemos sido racistas, lgbtfóbicos, machistas, misóginos, etc.,  porque desde que nacemos nos meten en el hueso el odio a lo diferente, nos hacen a imagen y semejanza de lo que hoy decidimos combatir. Nuestras familias, nuestros abuelos, padres y madres, la televisión, el internet, el cura, el director de la escuela, la maestra y la sociedad entera nos educaron en el odio, en el daño. Todxs lo hemos sido. Todxs hemos tirado mierda, hecho señalamientos, compartido y comentado el post donde se busca cancelar. Todxs nos hemos sumado al linchamiento social en alguna medida, porque todxs (en ese contexto particular, occidental, latinoamericano, mexicano, queretano, mestizo, blanqueado, heterosexual) hemos sido colonizados por un catolicismo/cristianismo asqueroso que se ha infiltrado en la médula. Pero eso no nos define, eso es solo el comienzo, lo que importa es lo que decidimos hacer cuando lo sabemos.

El punitivismo es cristianocéntrico en tanto articula un relato desde las posiciones únicas y fijas de la “victima” y “victimarix”, ficción narrativa forzada para poder echar a andar el castigo, así como los católicos y cristianos se castigan el cuerpo y se dan golpes de pecho porque creen que están purificando su alma, así las personas punitivistas ejercen la violencia del castigo, el linchamiento, la cancelación y la muerte social contra otra persona porque lo piensan como una supuesta lucha del bien contra el mal, en el que ellxs son “paladines de la justicia”, portadores del “bien” que vienen a extinguir el “mal”.

Víctimas mis hermanas trans y trabajadoras sexuales asesinadas en la calle como perros, víctimas las mujeres con ácido en el rostro, víctimas las familias destrozadas brutalmente por los genocidios en Palestina, en Sudán, en el Congo, en Atenco, Aguas Blancas, Ayotzinapa. Esas son víctimas, no tú porque tu novio te cortó, no tú que sientes envidia, no tú que las cosas no salieron como tu esperabas, no tú que buscas una venganza personal. No tú. No usurpes un lugar que no te corresponde. Tú que me estás leyendo. Supéralo, todxs tenemos problemas. Lágrimas blancas. 

La lógica binaria y dicotómica de la “víctima-victimario” es parte del problema. Por una parte, las personas que son entendidas y leídas como víctimas de violencia son también entendidas como subjetividades frágiles que no pueden cuidarse por sí mismas, figuras débiles que necesitan de otros. Por otra parte, la figura de la víctima también ha permitido que algunas personas usurpen este lugar con tal de hacer valer su testimonio como única fuente de verdad absoluta, sin admitir cuestionamientos debido a que ocupan el espacio de lxs afectadxs y eso implica la solidarización automática e instantánea para validar su versión de la historia.

El victimismo es posible gracias a que se construye las figuras de víctima y victimario como única narrativa posible para la búsqueda de justicia, narrativa muchas de las veces problemática que homogeniza y borra las particularidades y matices. En eso se basa la cultura de la cancelación: alguien que ha cometido un acto que se considera indignante y que por ello es motivo de total anulación y escarnio social, en donde la mera acusación basta. El victimismo y la cultura de la cancelación banalizan las violencias y borran la importancia de las denuncias de crímenes que realmente necesitan atención.

Cuando recibo amenazas de muerte en mis redes sociales o a mi correo personal me pregunto si valen la pena los esfuerzos para imaginar otro mundo, y si no me voy a ir yo, si alguien me va a matar antes de que lo termine yo de imaginar.

Las personas punitivistas no buscan crear procesos de diálogo, reconocimiento, rehabilitación o reparación del daño, sino que buscan hacer daño. Ante todo, buscan el castigo ejemplar como fin último de sus intentos. Hipócritas. Nunca les ha importado la justicia, sino que han instrumentalizado la búsqueda de justicia para satisfacer venganzas personales, imposiciones de poder y formas de control sobre lxs otrxs.  Un señalamiento no es una denuncia, una denuncia es un proceso. Incluso el proceso mas colonial de búsqueda de justicia busca reinsertar al “criminal” en la sociedad, las cárceles son parte del problema. Antes de volver a funar a alguien, por más indignación que sientas, recuerda que puedes elegir entre ser heredero de la colonialidad del daño o romper la cadena. El punitivismo se alimenta del miedo. Yo ya no tengo miedo. Con estas líneas retiro el daño:

Yo no quiero más daño. El daño ya nos ha arrancado el rostro a mordidas de perros rabiosos. Daño ya nos hemos hecho todxs. Yo quiero otra justicia. Una que no escueza, sino que florezca. Quiero retirar tu daño. De mi cuerpo y del tuyo. Quiero abrirme el cuerpo y luego abrir el tuyo. Rompo todo daño. Te regreso lo que es tuyo.

Total
0
Shares
Anterior
El Árbol de Navidad del Rockefeller Center: Un símbolo de esperanza y celebración
Árbol de Navidad del Rockefeller Center

El Árbol de Navidad del Rockefeller Center: Un símbolo de esperanza y celebración

Una señal de unidad pero también un recuerdo de la opulencia, esta tradición simboliza mucho más que un adorno navideño.

Podría Interesarte