Una guerra comercial, acicateada por la carrera para dominar la tecnología 5G, ha puesto de manifiesto entre China y Estados Unidos que, quien domine la tecnología, tendrá asegurada la hegemonía sobre el mundo entero.
En esta competencia, China lleva la delantera, de la mano de una de las empresas de telecomunicaciones que más crecimiento y proyección ha tenido en los últimos años: Huawei; la evidente ventaja no ha pasado desapercibida para el gobierno estadounidense y así lo ha demostrado con una serie de acciones polémicas que han tenido por objetivo minar el poderío de la empresa china.
En diciembre del 2018, Meng Wanzhou, directora financiera de la firma, fue detenida en Canadá con el objetivo de ser extraditada a los Estados Unidos por, supuestamente, vender tecnología a Irán y con ello violar las sanciones comerciales impuestas por Washington a dicho país. Cabe destacar que Wanzhou es hija del dueño y fundador de la empresa asiática, Ren Zhengfei.
Un par de meses después, el gobierno norteamericano anunció sanciones comerciales a la firma, colocándola en su lista negra de empresas con las que las compañías norteamericanas no pueden hacer negocios. Esta decisión, que a la postre fue postergada, obligó a que varias empresas internacionales, como Google, decidieran terminar relaciones con la empresa china.
Pero, ¿por qué Estados Unidos está tan empecinado en jugar sucio en la carrera por dominar la tecnología 5G? Pues por el simple hecho de que esta forma de conectividad será el núcleo de toda la tecnología venidera: será el alma de los nuevos automóviles inteligentes, de las aplicaciones de realidad virtual, de la inteligencia artificial, de la robótica y, por ende, de cualquier aplicación militar.
Si Huawei, que no es la única empresa desarrollando 5G, pero sí una de las más avanzadas, se vuelve proveedor de otros países, o un ente dominante en el ramo, tendrá control total sobre muchos rubros, por encima de los Estados Unidos, lo cual significaría un problema de seguridad nacional. O al menos así lo plantea el gobierno norteamericano, que ha jugado la carta del espionaje en contra de Huawei, asegurando que la empresa utiliza la penetración tecnológica para obtener y filtrar información sensible que pone en riesgo la soberanía de los países.
Para contrarrestar esta dinámica, el gobierno estadounidense incluso ha puesto sobre la mesa la posibilidad de crear una empresa pública para el desarrollo de esta conectividad, lo cual, de acuerdo con varios expertos, es inviable. Por lo pronto, empresas de telecomunicaciones como Verizon, AT&T o T-Mobile trabajan por crear su propia propuesta para cubrir esta área.
Pese a las intentonas de Donald Trump por boicotear a Huawei y a China, y así evitar perder su papel de superpotencia a nivel mundial, la balanza parece estar cada vez más inclinada a favor de los asiáticos. Sin embargo, lo más preocupante no es el desenlace de la carrera por el 5G, sino las acciones que podría emprender Estados Unidos cuando se dé cuenta que, esta vez, las probabilidades no están a su favor.
