Jamás olvidaré el verano del 2016 cuando Pokémon Go acababa de salir y todos los jóvenes volvíamos a recordar los 151 pokémon de nuestra infancia. Recuerdo con absurda precisión salir a medianoche de algún bar con mis amigos y sentarnos en las bancas de Av. Chapultepec, en Guadalajara, porque muchas fungen como pokeparadas. Pokémon Go daba tema de conversación entre niños y adultos, padres e hijos, vecinos y desconocidos: convirtió al mundo en un arcade. No había nada como nombrar a tus pokémon preferidos como tus mejores amigos, aunque fueran feos.
Aunque 2016 fue el mejor año de la franquicia, con 232 millones de jugadores, según ActivePlayer, el juego tuvo 115,162,337 jugadores activos en febrero de 2025. Sus ocho años de vida no parecen marcar su pronta caducidad, además de no tener ningún verdadero rival en este tipo de modalidad de gaming. Quizá estos factores podrían haber sido decisivos en la compra de Pokémon Go (y de Mintic Labs) por Arabia Saudita por 3.5 mil millones de dólares.
Niantic Labs cuenta con títulos como Peridot, Monster Hunter Now y Pikmin Bloom, y, según la página de la empresa, están centrados en “promover a la gente a explorar el mundo, lo que alberga un sentido de comunidad y unión”. Los videojuegos de realidad aumentada permiten que los usuarios exploren el mundo a través de mapas pero, al mismo tiempo, hay un intercambio de información en esta red.

La compañía que realizó la compra se llama Savy Games y pertenece al gobierno de Arabia Saudita. Aunque no es la primera vez que una compañía multimillonaria accede a nuestros datos personales mediante una compra. Sigue siendo interesante entender qué les vendimos en esta ocasión en la que tienen acceso a nuestros recorridos cotidianos, así como al cómo lucen hasta nuestros hogares (encontrar a charizard en nuestra cocina no podía ser gratis, ¿verdad?), escuelas y oficinas.
Aunque Scopely ha afirmado para otros medios que ambas empresas priorizan la protección de los datos personales de los usuarios y que no son almacenados por mucho tiempo. Lo que todos nos estamos preguntando es qué sucede con los datos de localización, algo que no ha sido especificado todavía.
Y es que, por un lado, ¿por qué nos habría de importar que vendan nuestros datos personales una vez más? ¿No estamos acostumbrados ya a eso con todas las aplicaciones que utilizamos diariamente? Quizá la invasión a nuestra privacidad es un tabú que lleva mucho tiempo roto.

Sin duda, el debate debería estar puesto en la legislación de este tema en los países que más aplicaciones y tecnologías desarrollan, pero eso no significa que nosotros como usuarios en latinoamérica no nos debamos de preocupar.
Los paralelismos entre esta fuga de información y el uso de mecanismos de espionaje virtual como el ya famoso Pegasus nos hace ver una mala cara de la tecnología. Y, como muchos postulan, es probable que el desarrollo tecnológico en este siglo sólo sea promovido si de una u otra manera pueda ser utilizado como herramienta o armamento bélico (caso más conocido podría ser microondas).
Si bien, este tipo de armas se utiliza tanto por militares como por el crimen organizado, tenemos mucho que aprender de lo que realmente significan los derechos de privacidad y cómo ejercerlos.