Payton Gendron y el eterno retorno

El asesinato de 10 personas en Buffalo a manos de Payton Gendron forma parte de una espiral de violencia que no da muestras de parar
Payton Gendron, asesino de 10 personas en Buffalo

El tiroteo en Búfalo, Nueva York, a manos de Payton Gendron es solo otro giro de la espiral de violencia acicatada por el odio racial y el supremacismo blanco que azota Estados Unidos, y en menor medida, algunos países europeos, la cual no verá el fin en el corto plazo.

La prueba es el rifle tipo R-15 con la que Gendron arrebató la vida de 10 personas en días pasados y en el que escribió los nombres de otros “shooters” -ese eufemismo que utilizan en Estados Unidos para evitar llamar las cosas por su nombre: terroristas- que, seguramente, sirvieron de inspiración a sus actos.

En las fotos que hay del arma se puede leer “John T. Earnest”, garabateado con tinta blanca, es el nombre de un joven que, en abril del 2019, atacó una sinagoga judía en San Diego California, dejando una persona muerta y algunos heridos.

“Phillip Manshaus” otro joven que entró, ese mismo año, armado con dos escopetas y una pistola en una mezquita ubicada en Oslo, Noruega; solo la suerte y el heroísmo de uno de los presentes hizo que el ataque armado fracasara, dejando únicamente una persona herida.

Anders Breivik”, terrorista noruego al que se le atribuye la muerte de 77 personas, luego de hacer explotar un coche bomba y atacar a tiros un campamento de verano de jóvenes en Oslo, Noruega.

Pero los nombres no paran: “Robert Bowers”, supremacista blanco con 11 muertes durante un ataque armado en una sinagoga de Pittsburgh; “Brenton Tarrant”, responsable del ataque a dos mezquitas en Nueva Zelanda, con un saldo de 51 personas asesinadas; “Dylann Roof”,atacante que mató a 9 personas en Carolina del Sur; “Anders Breivik”, un terrorista noruego al que se le atribuye la muerte de 77 personas, luego de hacer explotar un coche bomba y atacar a tiros un campamento de verano de jóvenes en Oslo…

Las historias que acompañan a esos nombres, una más violenta y más indignante que la anterior, fueron las manos que moldearon a la mente; finalmente, luego de mucho planearlo, Gendron llevó a cabo la fantasía que anidó en sus pensamientos: asesinar a personas de color desconocidas en un supermercado como la mejor estrategia para combatir las acechanzas de la “teoría del reemplazo”.

Esa teoría forjada en la red de redes y que, sin duda, se alimenta de los planteamientos teóricos de Samuel Huntington en “The Clash of Civilizations”, obra en la que asegura que las minorías raciales poco a poco van poblando los países caucásicos hasta que un día, sin saberlo, lo blancos serán las minorías oprimidas, pues estas razas que “invaden” las naciones blancas terminaran reemplazado, en un futuro cercano, a la población de piel clara.

Los planteamientos, de una xenofobia recalcitrante, invitan a reflexionar si estos no son un reflejo de miedo; el temor que causa a los supremacistas blancos el experimentar lo que cientos de pueblos sufrieron a manos del expansionismo europeo por siglos y siglos: el exterminio.

La realidad es que la migración ha formado parte de la historia misma de la humanidad, y que la pureza racial solo es un mito que alimenta a las ideologías más extremas, esas que permiten la existencia de Breivik, de Bowers, de Tarrant, y de tantos otros…

¿A cuántos jóvenes inspirará Payton Gendron en un futuro?, ¿cuántos colocarán su nombre en algún cuaderno, en algún foro de internet, en algún manuscrito en el que se reividiquen sus creencias? Imposible saberlo. Sin embargo, las condiciones actuales en Estados Unidos nos permiten inferir que habrá más caso como el de Búfalo, y es que la cultura armamentista de los norteamericanos no ha aminorado ni un ápice, a pesar de que cada año se repiten, de manera infinita, los tiroteos, las masacres, y los más sentidos pésames de políticos e integrantes de la NRA luego de estos ataques que ya se han convertido en parte de la cultura estadounidense.

Y será así, que en un año o menos, podremos leer o escribir sobre un nuevo ataque, un nuevo joven sentenciado a cadena perpetua, y una realidad que cada vez más se hunde en la espiral del eterno retorno, esa maldición que acompañará a la humanidad hasta el fin de sus días, y en la que estemos condenados a revivir, una y otra vez, los mismos horrores.

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