Por: Erika Lozano
Entrevista realizada el 11 de marzo del 2022
Alejandra Rodríguez, mejor conocida como “La Bala”, es socióloga de profesión y es referencia mexicana del activismo gordo desde una perspectiva del arte autobiográfico en Estados Unidos y Latinoamérica.
En entrevista para Codicegrafía, La Bala nos explica los orígenes y consecuencias de la hegemonía corporal, haciendo hincapié en cómo resistir desde la comunidad y el arte.
¿Qué es el activismo gordo?
Es una perspectiva política, los activismos gordos se vinculan con el tema del antirracismo, de los cuerpos gordes, otras furias que también tienen que ver con el área de la salud en las clínicas y los malos diagnósticos.
Como activista gorda he encontrado otras influencias y herramientas para entender que es un tema amplio, me desmarco del tema body positive, las tallas y las pasarelas. Ese concepto con mayores exigencias como la estatura, ellas son gordas pero sin vientre abultado, blanqueadas, no me siento identificada porque es una meta que no vamos alcanzar.
La herencia de las curvas de mi abuela, la relación que ella y yo tenemos con la comida y con los espacios refuerzan mi activismo gordo. También pienso en las herencias de nuestros brazos (voluminosos); aunque soy norteña, nací en Baja California Sur y vivo en Querétaro.
¿Cómo deben ser los cuerpos valiosos?
Es peligroso este consenso del cuerpo, cómo debe ser el cuerpo saludable y el cuerpo valioso, porque vuelve a delimitar qué sí y qué no (es aceptable). El solo cuestionarlo estaría incompleto si no tratáramos de ver quién me emite las verdades: la hegemonía de belleza, de salud y cuerpo valioso lo decide el sistema médico, sistema de las tallas. (Reflexiona y vuelve a preguntar)
¿Quién inventó el sistema y el patrón de las tallas? Se saca del promedio de trabajador europeo funcional en las fábricas y de ahí se deriva el índice de masa corporal (IMC), por Adolphe Quetelet, un belga que creó esta media europea ahora universal, establecida como la gran verdad.
¿Cómo impacta eso en mi psique? Hay una patologización de los cuerpos gordos, simplemente por tener una diferente distribución de la grasa. Comparto la problemática de los cuerpos gordos con lo que viven los trans, las personas homosexuales que se les tenía identificados como enfermos mentales, siento que tienen un impacto mayor de rechazo en la sociedad.
¿Qué desventajas tiene el cuerpo gordo?
Partamos del momento colonial con los zoológicos humanos, delimitados en los circos, una mujer negra gorda, de tetas y nalgas enormes, exhibida como animal; esa memoria construyó la gordofobia, reforzada cuando su vulva grande fue exhibida en una sala de exhibición en el periodo de gobierno de Nelson Mandela. ¿Cómo diferenciar el cuerpo gordo de la visión animal y del margen de lo infrahumano?
Activismo gordo + activismo lésbico
Pareciera que todo, todo está dispuesto para que no podamos sobrevivir. Por ejemplo, el escarnio y odio en Ciudad Juárez el pasado 16 de enero de este año a dos mujeres que trabajaban en un call center y mataron por ser lesbianas… (me ve buscando una respuesta) Tampoco estoy de acuerdo con el victimismo, pero qué pensar sobre un marica afroperuano, que me compartió que tenía 30 años y aún no había tenido novio por miedo a ser violentado.
Percibe, Erika, a partir de esta reflexión, que hay similitud entre los cuerpos discapacitados y cuerpos gordos, los hechos violentos al límite: nos paralizan.
¿De dónde surge este activismo gordo?
En mi caso, de la autobiografía, el tema más político que puede haber, mi pulsión, mi historia particular de dolor a mi psique, a mi cuerpo. Otras historias en Chile, en Argentina, Colombia y un colectivo cubano me detonaron valorarme, lo cual me cuesta mucho.
Jamás he visto historias de amor entre dos lesbianas, es difícil encontrar narrativas donde sean felices. Hay que hacerse la pregunta de: ¿Lo personal es político? ¿Qué es poner el cuerpo en el feminismo?
Te contesto que no hay libertad política si no hay libertad sexual, me removieron mucho esas dos preguntas.
¿Por qué elegiste Querétaro para vivir?
Me vine a vivir a Querétaro, una ciudad marcada por el colonialismo donde el tema del aborto inundó los temas de lucha del feminismo, era escandaloso el retraso a nivel nacional que hay aquí. Cuando me junté con otras “rarezas”, (sufrí) mi persecución y violencia en casa y de vecinos pero pude encontrar refugios con mis amigues y un respiro a través del performance, una posibilidad de sanación. He ido a terapias psicológicas que junto con la fotografía biográfica y mis proyectos visuales me han salvado de la narrativa de odio.
Juntándome con otras, una se sana con las otras: nadie se sana sola.
¿Qué significa para ti ser gorda?
Quedar fuera de lo establecido, fuera del espacio que implica el placer y el cuidado, el tema de los afectos y el amor; preguntarme si hay privilegios a otras personas lésbicas y no hay, pero sí centros de conversión.
Nuestro instinto es de sobrevivencia, labor de autopreservación y autoprotección, he tenido que renunciar a la familia.
Conozco mis privilegios, me pude ir viva de casa, con una familia con costumbre de anexar o internar en centros de conversión religiosos. No quiero satanizar a mi familia, porque han cambiado. Hay personas que me toca acompañar y parte del cambio es vivir la renuncia a la familia.
¿Qué cambio esperas que tu activismo logre realizar?
Hacer comunidad, no liderar, pero sí concentrarnos con quien colaboramos, comprometerse con la vida de la otra. Quisiera seguir creciendo con las comunidades que tengo para conocer las potencias de estas rarezas. Tenemos la piel llena de cicatrices, hay tanto rechazo desde hace tanto tiempo, que es inevitable esconderse por voluntad, es una obligación socialmente hablando.
Ser territorio es adentrarse a conversaciones profundas, al feminismo, a la auto-opresión, temas de violencia y a vivir esta vida alegre. Me parece que el discurso se queda corto con tantas experiencias, hay que contar cómo viven las mujeres lesbianas y sus situaciones de despojo.