¿Por qué, en una era con tanta tecnología y facilidades, estamos eternamente exhaustos? Es decir, ¿no tenemos acaso todas las herramientas para facilitarnos la vida? Si tuviéramos la oportunidad de hablar con un campesino de la Edad Media o con un trabajador de la Revolución Industrial, probablemente no entendería cómo teniendo tantos avances científicos, conceptos como los derechos humanos o acceso a entretenimiento infinito con solo un click, seguimos estando tan cansados. Byung-Chul Han, filósofo surcoreano, escribe en La sociedad del cansancio (2010) cómo el sistema se ha interiorizado en el burnout dicta nuestras vidas.
Es verdad que las condiciones materiales han mejorado significativamente, pero eso no nos ha hecho más felices. La libertad de ser quien tú quieras ser, los discursos que afirman que eres tu proyecto más grande, así como las personalidades voraces que quieren hacerlo e intentarlo todo, son, según Byung-Chul Han, un camino que nos lleva a todo lo contrario.
El autor comienza hablando de cómo cada época tiene su enfermedad emblemática, donde temas de salud moldean cómo se concibe el mundo. Por ejemplo, la época anterior es definida como inmunológica, con un antagonismo a lo exterior, donde las defensas y ataques son algo fácilmente traducible a la época bélica y a fenómenos como la Guerra Fría.
Pero este miedo a lo otro no podría perdurar en este siglo, donde la globalización es un cambio de percepción en la manera en la que se concibe a lo ajeno. Hoy, lo distinto es bienvenido y deseado, con una omnipresencia en el día a día. Con los medios de comunicación, siempre tenemos presente lo que está sucediendo en otros países, lo que comparten los otros y las posibilidades de otros caminos de vida.
En la sociedad del cansancio, los que forman parte de ella están sometidos a tanta información, tienen acceso a tantas personas, tanto entretenimiento y tantas posibilidades que, para estar a la altura de este exceso, se sobreexigen a sí mismos. Es difícil mantener el nivel de atención profunda en una sola cosa cuando hay tantas cosas que nos exigimos hacer.
Esto provoca que la personalidad de los individuos sea maleable, algo que convierte a los sujetos en excelentes participantes del consumo y la explotación, pues voluntariamente cambiarán para adaptarse a lo que se nos exige. Así tenemos sujetos con muchas pasiones e intereses, muchas profesiones y contactos, con una hambre voraz por la cantidad que redefine su personalidad para siempre abarcar más, con un culto a la productividad.
En oposición a la era anterior, donde el castigo, la vigilancia, las cárceles y los muros parecían controlar la manera en la que se vivía, la falsa idea de libertad es la que mantiene a los individuos sometidos a un sistema que los explota.
“La sociedad disciplinaria de Foucault, que consta de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no se corresponde con la sociedad de hoy en día. En su lugar se ha establecido desde hace tiempo otra completamente diferente, a saber: una sociedad de gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios genéticos. La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento. ”
Byung-Chul Han habla de los emprendedores de sí mismos, actúan voluntariamente en un sistema que no siempre por esforzarse más, les beneficiará más. En lugar de tener a un policía que vigila y castiga cada paso, el sujeto de rendimiento es capaz de autoexigirse más que su propio jefe y de castigarse peor que cualquier verdugo, lo que se traduce en las enfermedades de nuestra era: la ansiedad y la depresión. Esto crea comportamientos obsesivos donde el trabajo, la salud, los pasatiempos y las relaciones sólo se ven como un deseo insaciable y nunca se está satisfecho con lo que se hace.
“El sujeto de rendimiento es más rápido y más productivo que el de obediencia. Sin embargo, el poder no anula el deber. El sujeto de rendimiento sigue disciplinado. Ya ha pasado por la fase disciplinaria.”
Ante este panorama, no podemos más que preguntarnos si podemos decidir salir de este esquema o, producto de nuestro tiempo, si nuestros padecimientos son un resultado inevitable. La pregunta más importante podría no ser si es posible salir, sino si verdaderamente queremos hacerlo: con el deseo de poder y de rendir tan incrustado en nosotros mismos, ¿podemos desear no hacer, ser y tener más?
Byung-Chul Han es profesor, filósofo y escritor, con 16 libros publicados con análisis sobre la sociedad, la historia, el capitalismo, la tecnología y el hombre.
por Shantal Abrego